lunes, 23 de noviembre de 2015

LAS PEDANÍAS DE CÁRTAMA.


         Se puede definir una pedanía como un núcleo de población menor que nace al amparo y dependiendo de otro principal y bajo su jurisdicción, en ocasiones gobernada por un alcalde pedáneo. En este sentido Cártama ha contado a través de su historia con hasta diez pedanías, alguna de ellas hoy desaparecida, las cuales tratare de describir.


         1─ LA ESTACIÓN DE CÁRTAMA.
         Podemos considerar como germen de la actual población, la concesión hecha en 6 de enero de 1494, durante los repartimientos de las tierras conquistadas a los musulmanes, a Gonzalo Pérez de Peñaranda, escribano de cámara del Rey don Fernando: “un sytyo para venta que pidio en el camino que va desta çibdad para Álora do se junta el camino que va de Cártama a dar en el canino de Álora junto al río a la parte de a mano derecha como van por el dicho camino syn perjuyzio de terçero”.
         Sin embargo, no permanecería mucho tiempo la nueva Venta en poder de su constructor; sería adquirida pronto por don Diego Romero, un caballero llegado a Málaga durante la reconquista, y que acabada la Guerra de Granada, se convirtió en ganadero, aprovechando las tierras concedidas por los RR. CC., en el lugar en que hoy se ubica la vecina localidad de Pizarra.
         Diego Romero era tío de los hermanos Alonso, Juan y Pedro Romero; en los que dejó por heredad la desde entonces conocida como “Venta de Diego Romero”, por orden sucesorio, del mayor al menor. Y debió fallecer muy pronto, porque en 1509 nos encontramos a su sobrino, Alonso Romero, tomando posesión de la venta y veinte fanegas de tierra en el perímetro de la misma, que solían sembrarse de trigo, además de otras porciones de tierra en otros lugares cercanos.
         Resulta cuanto menos pintoresco, el protocolo de toma de posesión de una propiedad durante el siglo XVI; este caso es muy ilustrativo, gracias al escribano presente al acto, que tomaba nota de cuanto acontecía: “El dicho Alonso Romero fue a la venta que se dize la venta de Diego Romero que es junto con el Rió Guadalquivirejo frontero de la villa de Cártama e entro dentro de la dicha venta(…) de pies e cerro las puertas e se quedo dentro e las abrio e se anduvo e paseo por la dicha venta e salio fuera e se anduvo e paseo por todas las haças de tierra questan junto a la dicha venta ençima della desde el cabo del río e dixo que tomaba e tomo la dicha posesión de la dicha venta e tierras…”.  Información que agradezco al investigar Alejandro Rosas Fernández, así como otros datos que han aportado luz sobre los orígenes de Venta Romero.     
         Pero al ir falleciendo cada uno de los herederos en el previsto orden, la Venta de Diego Romero quedaría finalmente en poder de la esposa del último, doña María Rodríguez Collado, cónyuge de don Pedro Romero. Y por sucesión, pasó a sus hijas, Mencía y Elvira Romero, esta última fue esposa de don Francisco Ribera, y juntos serían los antecesores de los Condes de Alba Real y Marqueses de Sotomayor y Villamagna.

         Los Cortijos de La Campiña.
         Los señores de Alba Real ampliaron la propiedad con nuevas adquisiciones, que por vínculos familiares, al comenzar el siglo XVIII, habían pasado a la familia Yegros, caballeros hijosdalgos hacendados en Cártama, Casarabonela, Marbella y Vélez-Málaga. Doña Francisca de Yegros y Rivas (1846), heredera del mismo, al contraer matrimonio con don Rodrigo de Salcedo y Cárdenas (1764-1851), unió los dos más importantes vínculos de la localidad. El predio fundacional que reunía los cortijos entorno a Venta Romero, había pasado a denominarse "La Campiña", y reunía una serie de cortijos con los más variados orígenes y destinos que trataremos de describir.
         Cortijo de Casasola.
         Debe su nombre al que fue su propietario en 1752, don Pedro José de Casasola y Andrade, Regidor Perpetuo y Teniente de Corregidor de la Ciudad de Marbella.
         Adquirido por D. Rodrigo de Salcedo y Cárdenas durante el siglo XIX, se compuso de ciento cuatro fanegas de tierra. A finales de este siglo se segregó del mismo una porción del mismo, que tomó el nombre de “cortijo de Berlanga” por el que fue su propietario, don Miguel Berlanga Baquero. Este cortijo además de las tierras, casa y enseres, incluía una noria de sangre ó tracción animal que extraía agua de un pozo, y un molino aceitero también de tracción animal.
         Cortijo de Ugarte.
         Compuesto de treinta y seis fanegas de tierra, veinte de secano y seis de regadío. Lindante con el Río, con tierras del molino de Rovira y con tierras del cortijo de Cantos.
         Cortijo Nuevo de Salcedo.
         Que a mediados del siglo XIX se encontraba en poder de los herederos de D. Anastasio Sabba. Fue adquirido a comienzos del siglo XX por don Ramón Leal Herrera. Corresponde hoy la actual barriada de García Agua.
          Cortijo de los Bermejales.
         Heredado por don Luís de Yegros, de su madre doña Margarita de Yegros; se componía de 168 fanegas de tierra de secano que se sembraban de trigo, maíz, cebada y en menor medida hortalizas; también tuvo casa, pajar y tinado. En 1847 cuando era propiedad de don Rodrigo de Salcedo y Cárdenas su extensión era de ciento ochenta fanegas de tierra de secano y dieciséis de regadío; en él se incluía una Haza de diez fanegas llamada “de don Baltasar”, en alusión al que fue su propietario don Baltasar de Yegros y Cárdenas.
         Lindero con la Hacienda llamada Estacada de Gálvez, cortijo de Tres Leguas, el Río y la Sierra de los Pechos.
         Cortijo de  Caffarena.
         Debe su nombre a don Ángel Caffarena Lombardo, nacido en 1858; abogado y político; ocupó además los siguientes cargos en Málaga:
-          Miembro de la Junta Provincial de Sanidad del Ayuntamiento.
-          Vocal de la Liga de Contribuyentes y Productores.
-          Vicepresidente de la Sociedad Española de Higiene.
-          Decano del Colegio de Abogados en dos ocasiones.
-          Presidente del Partido Conservador de Málaga; del que quiso dimitir, pero que el propio Presidente del Gobierno, Antonio Maura, le convenció para que no lo hiciera.
         Fue propietario en Cártama de porción de tierra denominada: “Santa María y San Rafael”, de entre 50 y 60 hectáreas de secano y olivar, que paso a ser conocida como "Cortijo de Caffarena", y que permaneció en propiedad de la familia hasta que fue expropiada en los años 60, para construir el "Poblado de Colonización" de hoy conocido como “Nueva Aljaima”.
         Cortijo de  Las Tres Leguas.
         El poseedor mas antiguo que se le conoce es don Rodrigo de Salcedo y Cárdenas, por lo que es muy posible que sea este su fundador.
         Cortijo de Torres.
         En sus orígenes llamado “Fontuela” ó “Pilarejo”, cuando era propiedad del conde de Miraflores de los Ángeles, allá por el siglo XVIII, a cuya familia debe el nombre; con un extensión de 148 fanegas de secano, lindero con el cortijo de la Capellanía.
         Cortijo de Anaya.
        Fue propiedad de D. Diego del Canto y Cárdenas en 1768. Desde las primeras décadas del siglo XX, pasó a ser conocido como “de Paco Pérez”.
         Noria de Venta Romero.
         Ultima noria de estilo mozárabe que conservó el Guadalhorce, con una enorme rueda de madera que giraba por la fuerza que sobre allá ejercía la corriente del río, dirigida hacia la misma por una presa fabricada en el lecho del cauce, aún perceptible.

                        
      Óleo fechado en 1884, en el que se aprecia el Cortijo de Venta Romero y las Ruinas de la noria de Rovira.

         Noria y acequia fueron construidas para uso exclusivo del molino de Rovira; aunque por acuerdos llegados por parte de hortelanos y molinero, los primeros se beneficiaban de estas aguas para el riego, a condición de hacerse cargo del mantenimiento del cauce. Así ocurrió durante siglos, hasta la llegada de las industrias cárnicas a principios del siglo XX. Estas industrias vertían sus aguas fecales directamente sobre la acequia, provocando la negativa por parte de los agricultores a efectuar la limpieza, por lo desagradable que se hacía esta labor. Tras negociar la situación las empresas se comprometieron a hacerse cargo de la limpieza anual de la acequia a partir del punto de vertido.
         Cortijo de Chávez.
         "Lagar de Vallejo" era su nombre hasta que fue vendido por su ultimo propietario, don Manuel Collantes, natural de Cádiz, aunque vecino de Málaga. A la familia Chávez que actualmente le da nombre, oriunda de Alozaina pertenece desde 1931. Sus tierras se extendían desde la actual Iglesia de San Isidro hasta la casilla de “Matolí”, hoy bajo los raíles del AVE.
         La constante labor agrícola que suponía tal extensión de terreno, fue agrupando las viviendas de los braceros y jornaleros, a ambos lados del carril de acceso al cortijo. Se creó de esta forma un núcleo de población con entidad propia, que el propietario de la finca, Juan Chávez Méndez (1909-1989), protegió y defendió en numerosas ocasiones, consciente de ser su creador. Se encargo también este señor de organizar las primeras verbenas que se celebraron en la Estación de Cártama, y para ellas regaló una imagen de San Juan que anualmente se prosesionaba, subida en unas “angarillas”.
         Cortijo de Venta Romero.
         Trescientas cincuenta y dos fanegas de tierra, trescientas quince de secano y treinta y siete de regadío con la acequia de Rovira; en las que se incluían 450 pies de olivos, varias higueras, granados, frutales, álamos, chumbas y casa compuesta de vivienda, pajar, tinado y graneros. Sus linderos fueron; el cortijo de Casasola, el de Tres Leguas, el cortijo Nuevo de Salcedo, el cortijo de El Cano y el Río. En 1847 recayó la propiedad en don José Salcedo y Yegros, tras el fallecimiento de su madre.
                 
Plano catastral parcial del año 1898.


         La Acequia.
         Para los nuevos vecinos, el único suministro de agua eran las acequias, habitualmente usadas para el riego; y en torno a ellas giraba la vida hogareña, siendo en parte condicionantes para el desarrollo urbano.
         La principal de ellas, llamada “acequia de los labradores”, tenía su origen en la Estacada de los Gálvez, junto al cortijo El Bermejal. Penetraba en la zona bajo el puente de hierro, para pasar junto a Venta Romero siguiendo el curso de la antigua carretera de la Estación en línea recta, hasta cruzar la vía férrea y tomar la dirección que marca la calle Pizarra, para confluir con la calle Huelva, distinguiéndose aún hoy su trazado al cruzar la calle Marbella. Tomada la nueva dirección que marca la calle Huelva, al llegar a la línea de ferrocarril sigue su curso unos metros, volviendo a cruzar nuevamente la vía férrea y la antigua carretera de Málaga. Aquí tuvo su toma la “matriche” o acequia secundaria  que corría en dirección al Parador, con ella se regaba cierta porción de huerta, y servía de suministro para todas las utilidades que no fuesen el consumo humano, en los comercios y viviendas por las que pasaba. El cauce principal describe un arco sobre la barriada de García-Agua, delimitando así la extensión de terreno que ocupó el antiguo cortijo de Don Ramón; para volver a correr paralelo a la antigua carretera y desaguar en el Arroyo de Torres.

         El Comercio y la Industria.
         En el entorno a la Estación de Ferrocarril, las viviendas de los empleados y los almacenes para mercancías, fueron apareciendo nuevos edificios, con distintos destinos, al pie de la antigua carretera Málaga-Alora.
         El Parador.
         Creado a principios del siglo XX por Don Diego Salcedo Duran en terrenos de su propiedad, la primera referencia documental que tenemos de este edificio es de 1915. Estuvo en su origen orientado al hospedaje de los pasajeros del tren. En el local bajo hubo una abacería, en la que se vendían todo tipo de artículos, desde comestibles a herramientas agrícolas.
 
 Fachada principal del Parador en la actualidad.

         La Cerería.
         Orientada en su origen a la fundición, al menos en 1903, sabemos que era explotada por don Juan Rodríguez Ramos. En 1937 albergo la primera estación telefónica instalada en la localidad.
         Industrias Prolongo.
         Fundada durante la primera mitad del siglo XIX en la calle de San Juan de la ciudad de Málaga, en los primeros años del XX se hizo con la fórmula que le dio la definitiva ventaja sobre otras industrias del mismo ramo, dando lugar al “salchichón Prolongo estilo Génova”. Hacia el año 1915, se trasladaron a Cártama los hermanos Pablo y Carlos Prolongo García; herederos del negocio familiar, donde instalaron una moderna y amplia fábrica, en terrenos adquiridos a don Diego Salcedo, figurando en 1919, por primera vez como contribuyentes en Cártama.

         Barriada de García-Agua.
         Debe su nombre a la familia compuesta por Sebastián García Rodríguez y Francisca Agua Morales, llegados desde Coín durante la última década del siglo XIX.
         Instalados como colonos agricultores en la Colonia de Doña Ana; durante la segunda década del siglo XX se trasladaran al entonces conocido como “cortijo de Don Ramón”, y aprovechando los almacenes y secaderos de tabaco de este, donde montaron una fábrica de embutidos y derivados del cerdo que prosperó notablemente. Sus hijos se encargaron de unir los dos apellidos como marca comercial.
                                
Medalla publicitaria de los primeros embutidos García-Agua.

         La Fabriquilla.
         Ubicada donde la actual barriada del mismo nombre, con una enorme chimenea redonda en ladrillo rojo entre las actuales calles Toledo y Badajoz, y en la que se trabajaba el mineral extraído en las canteras de la sierra de Cártama, para fabricar oxido rojo y otros productos derivados del mineral.
         Fue construida por el súbdito ingles, don Federico W. Martino, como “Fábrica de fundición”, en los terrenos adquiridos a don Miguel Hidalgo Torremocha. Inaugurada el domingo 13 de junio de 1875; al evento acudieron las autoridades de los pueblos cercanos y personalidades malagueñas destacadas que habían sido invitadas, con la bendición del párroco de Álora, don Antonio López Gómez, quien lo dejó bajo el patrocinio de San Antonio de Padua, en atención al día en que se inauguraba. Recibió el nombre de “Soledad”, en memoria de la esposa del padrino de la ceremonia, don Miguel Hidalgo, fallecida pocos días antes.
         Edificio y dependencias se engalanaron para este acto con profusa decoración de follaje vegetal y banderas españolas e inglesas entrelazadas. El ameno almuerzo-convite estuvo amenizado por una banda de música y los discursos de destacadas personalidades, entre ellos, el médico de Cártama. Desde el primer día quedó bajo la dirección  del joven ingeniero alemán Sr. Bóckel.
         En los meses siguientes apareció esta fábrica anunciada en la prensa nacional, ofreciéndose a los mineros como “fábrica inglesa” que compra toda clase de minerales, que por su pobre ley no han podido utilizarse hasta ahora.


         Inducaña.
         Durante la década de los años 50 del pasado siglo XX, funcionó esta fábrica, aprovechando la tradición artesanal que ya existía en Cártama, de la manufacturación de de la caña, la palma, el esparto y el crin, tan abundantes en nuestros campos.
         La antigua fábrica de “Inducaña”, también llamada “Industria de la caña y derivados” y “Cañaverales Andaluces”; estuvo situada a orillas de la Avenida de Andalucía de la Estación de Cártama, ocupando la parcela delimitada por lo que hoy son las calles Iglesia y Coral.
                     
Encabezamiento de una factura de Inducaña. 

                   
                                 Un alto en el trabajo para comer, año 1957.  (foto: Matías Miranda Cañamero)

         La imagen precedente corresponde al año 1957 y refleja un alto a la hora de comer en un día de trabajo, en la que aparecen algunos de los trabajadores de la empresa.
         Aparecen en la fotografía: 1.- Francisco Hidalgo, “Paco Telaraña”; de los mejores oficiales. 2.- Cristóbal Viudez Gálvez, que abandonaría la empresa para entrar a trabajar en un tejar cercano. 3.- José Agüera, “Bazán”; buen tejedor, se encargaba de hacer los “zarzos” (tejido plano de caña sin cortar a medida). 4.- Antonio Díaz Ocaña, “Palmero”. 5.- Cristóbal Gómez Baquero, “El Ponzo”. 6.- Miguel Orejuela. 7.- Antonio Viudez Gálvez, se mantuvo en la empresa hasta el año 1959, fecha en que se marchó a Barcelona. 8.- Francisco Istan Moreno, “Carón”. 9.- José Agüera Miranda, “Verdejo”. 10.- Antonio Fernández Baquero, “Cupianes”; de los mejores oficiales. 11.- José Serrano Campaña, “el Guerrero”; se encargaba de clasificar las colas de las cañas para distinguir las calidades de los cañizos en superior e inferior. 12.- Francisco Cuenca Merino. 13.- Juan Mairena Botello, “el liebre”; preparaba los rollos de alambre para tejer los cañizos. 14.- Matías Miranda Cañamero. 15.- José Santana Rueda, “coletilla”. 16.- Bartolo, “el apañao”.
         Los más niños se dedicaban a limpiar las hojas de las cañas y apilarlas en “garberas”, en el exterior del recinto, listas para ser trabajadas. La materia prima, cañas, “crin” para las escobas, y otros útiles, eran servidas por Francisco Carillo “Frasquito”, y su ayudante “el pelao”, que las traían cada mañana en una batea de cuatro ruedas tirada por un mulo. Otras personas que trabajaron en esta empresa pero no aparecen en la foto, son: “el troya”, tejedor de cañas; “Antoñito”, el encargado, y “Paquito”, el de la oficina, quien además amenizaba las verbenas y demás fiestas de la Estación de Cártama con su conjunto musical.
        

         Pozos, fuentes y abastecimiento de agua.
         Hasta entonces el suministro de agua potable corría a cargo de aguadores que se dedicaban exclusiva ó esporádicamente a cargar sus carruajes en los manantiales cercanos, y que luego vendían por la calle. Muy recordada es la figura de Agustín Calero López, “Agustín el del agua”; miembro de una de las primeras familias pobladoras de la Estación, que ejerció este oficio durante muchos años, y durante la década de los cuarenta, en más de una ocasión compartió viaje con un aún anónimo Antonio Molina, que desde Málaga llegaba aquí en bicicleta para comprar leche.
         El pozo es el recurso más habitual en todo habitad humano que no tenga cerca un manantial, para añadir al entorno familiar algo tan importante como es un punto de abastecimiento de agua. Sin embargo, de los muchos que se abrieron en la Estación de Cártama, sólo eran potables los que perforaban el aluvión aportado por el río Guadalhorce o el arroyo de Torres; el resto, como se ha dicho anteriormente, eran salobres; aunque el ingenio de la necesidad llevó a algunos vecinos a añadir un poco de jugo de limón, para disimular el sabor del agua y poder así ser consumida. Entre los más antiguos están, además de los de las citadas casillas de peones camineros:
-          El pozo del Parador, aún existente y en uso.
-          El que existió junto al acceso Norte del puente de hierro, conocido como “pozo de doña Mercedes Lara”, con bomba de mano; hoy sirve de cimiento para el edificio construido en su lugar.
-          Otro en Venta-Romero, perdido su caudal por abandono.
-          Otros dos dentro de industrias Prolongo. Estos fueron abiertos cuando se instaló la fábrica de salchichón a primeros del siglo XX. Nos consta que se les extraía el agua mediante un molino de viento.
-          Los de cortijo de Vallejo, actual Finca Chávez. Dos eran los pozos que existían en esta finca; uno de agua fina y otro de agua gorda, ambos con un caudal de unos 10 litros por segundo que se utilizaban para riegos, extraídos mediante un motor eléctrico. De ellos uno aun esta en uso al final de la calle Pissarro.
-          el de los “Chumbilla”, que debe su nombre a la familia que pobló esta zona, procedente del lagar del mismo nombre en el límite con el termino de Málaga; ubicado en el antiguo arroyo de Los Cardiales, actual Avenida Manuel de Falla, usado actualmente para riego de jardines.
-          el de La Fabriquilla; que nos consta en propiedad de doña Maria Teresa Estrada Segalerva en 1947, fecha en que se realizaba la extracción mediante un motor de gasolina. Con un caudal de 18 litros por segundo de agua gorda, era utilizado para el riego de huertas.
-          El de Casasola; que estuvo junto al solar de la antigua Cooperativa de cítricos “Malaka”. Nos consta que era su propietario en los años cuarenta del siglo XX, don Manuel Berlanga Anaya, el cual extraía el agua mediante una noria de las fabricadas en las ferrerías malagueñas, llamadas “malacate”. Con un escaso caudal, el agua era salobre y su uso exclusivo para riegos.


         Pasada la guerra civil retornó la actividad económica y urbanística, en ello influyeron distintos factores. El principal fue el que los herederos de don Diego Salcedo se fuesen desprendiendo de estas tierras de forma progresiva, lo que ayudó a consolidar unas vías urbanas preexistentes y primeros trazados de las actuales barriadas de Los Cardiales y Montecielo.


         La actual Avenida Manuel de Falla, era una vaguada que en invierno se convertía en un arroyuelo llamado, arroyo de “Los Cardiales”, debido a la familia que habito en este entorno con tal apodo, ya que su principal ocupación era la de "cardar" la lana. En verano, cuando el cauce quedaba seco, las aguas corrían subterráneas, procedentes del manantial de El Cano, y otras filtraciones. Estas afloraban de forma natural en el actual entorno del Centro Comercial del Cruce y de la calle Córdoba, habiendo tomado la salinidad del terreno por el que corre. La laguna que así se formaba es ya mencionada en el documento anteriormente referido sobre la toma de posesión de Venta Romero en 1509, como: “la laguna entre los caminos de Almoxia y Cártama…”  y fue otro de los lugares recurridos por la creciente población para el abastecimiento de aguas de uso domestico. A partir de aquí, el recién formado cauce seguía su trayecto en dirección al río, bajo a un puentecillo que fue enterrado por la nueva carretera. Al ser visible la mayor parte del año este último tramo, el topónimo “Cardiales” sólo se usa en la actualidad en su vertiente baja, aplicado a la barriada del mismo entorno.


         Iglesia de San Isidro Labrador.
         Por las gestiones realizadas por el Obispo de Málaga, Don Balbino Santos Olivera, en Enero de 1.946 se creaban en su diócesis de Málaga 46 nuevas parroquias. Una de estas, es la de San Isidro Labrador, que aunque mantuvo su cede en la de San Pedro de Cártama, aquel párroco se trasladaba a la Estación para celebrar los oficios religiosos, alternativamente en casa de don Antonio Bravo Ruiz y don Sebastian García Agua, citas en la barriada de la Estación, junto a la antigua carretera de Alora-Málaga.
         A principios de los años cincuenta, el Obispo don Ángel Herrera Oria, consciente del analfabetismo y atraso de las zonas rurales de Málaga, presento en Madrid ante el Gobierno, un estudio socio-religioso, el cual fue aprobado por Ley del 16 de diciembre de 1954, mediante la que se crea el "Patronato Mixto para el Plan Quinquenal de Educación Primaria en la provincia de Málaga". Este patronato se comprometió a construir 250 escuelas en  cinco años.
         Entre todas aquellas capillas-escuela, algunas en término de Cártama, se incluía la de la Campiña, y con este objetivo se formó en la barriada de la Estación, la "Junta Pro-Capilla", encargada de hacer rifas, festivales y recaudar donativos, con los que se adquirieron 800 metros cuadrados de terreno en el lugar conocido como "Montecielo".
         La construcción se presupuestó en 639.502,85 pesetas, y pese a los problemas surgidos durante las obras se dio por inaugurada la nueva Iglesia el 15 de mayo de 1957, con un templo de 27 metros de largo, con sendas clases de niños y niñas a ambos lados, dos viviendas, archivo y patio.

Aportado por los feligreses de la Estación:
  95.219,50.
Donadas por el Ayuntamiento:
   80.535.
Cedido por el Patronato Diocesano de Educación Primaria:
463.748,35.
                                                              Total en pesetas:
639.502,85.
                                        Fuente: Acta fundacional de la Parroquia.

                                               
                        Vista de la calle Carmen Juanola en los años 60 del siglo XX.  (foto: J. M. Sánchez Ortega.)




         2─ EL SEXMO.
         Topónimo de origen castellano que hace referencia a la fracción sexta de algo, en este caso un predio de tierra. Ya en los repartimientos se hace referencia a similares unidades de medida de tierra; quinto, cuarterones ó diezmeria. El sexmo aparece también en otros pueblos de la provincia, como la huerta del sexmo en Alhaurin de la Torre o el sexmo de Alhaurin el Grande.
         También este término puede hacer referencia a un impuesto Real que se cobraba (al menos durante el siglo XVI) a los arrieros que transitaban por el camino Real a Málaga, similar a los diezmos o las tercias. José Martín Pérez, apodado “panseco”, nacido hacia 1888, es reconocido como el primer habitante en una pequeña choza de palma, de la actual barriada. Todos los días al ir a trabajar sus compañeros le preguntaban que traía hoy para comer, a lo que el simplemente respondía “un poquito de pan seco”, y de aquí el origen del apodo.
                                                           
     

         Con la construcción del canal para riegos en los años 60, paralelo a él se acondiciono un camino como vía de servicio, y a los lados de esta vía y del canal se fueron sumando viviendas que consolidarían un núcleo de población.
         Hasta entonces el acceso a la barriada se hacía por el cauce seco del arroyo de Torres; este nuevo camino supuso un importante alivio para aquellos vecinos, que además de ser más cómodo, permitía ser usado en la época de lluvias también. Pero al ser propiedad  y competencia exclusiva de Confederación Hidrográfica del Sur, se sucedían los años sin que se efectuase ninguna reparación en él; tan solo podía el ayuntamiento limitarse a reparar las zonas afectadas por una realenga que por allí trascurre, que resultaban ser pobres mejoras, con lo cual después de treinta años se encontraba soportando un tráfico diario de unos doscientos vehículos y en un estado lamentable.
         En los años 90 del pasado siglo XX, el ayuntamiento de Cártama solicitó a Confederación Hidrográfica del Sur, la cesión de competencias sobre la carretera de acceso a la barriada, como única vía de acceso a la misma para poder hacerse cargo de la totalidad de su mantenimiento.
Plano catastral de El Sexmo y su entorno del año 1989.
         En la actualidad Celebra su festividad el 12 de septiembre, día de su patrona, la Virgen María; y en ella destaca el concurso de cante y trilla, que cada vez toma más fama y las carreras de caballos.



         3─ DOÑA ANA.
         Tiene su origen en el latifundio fundado por la familia Andrade con una extensión de 140 fanegas de tierra entre secano y regadío.
         Ya aparece con este nombre en el Catastro confeccionado por el marqués de Ensenada en 1761, como propiedad de doña Ana Fernández de Angulo, soltera, junto con su hermana Josefa. Lo cual, al ser la referencia más antigua que tenemos, nos puede hacer suponer que a esta señora debe su nombre.
         Por la ley de Colonización de 1855, fueron distribuidas estas tierras, que se encontraban en estado de abandono, entre colonos a los que el estado concedía ciertas preferencias mientras habitasen aquí.
         En 1865 era propiedad de doña Rafaela Gómez de Molina Sánchez Arjona; la cual era hija de don Luis Gómez de Molina y Aguilar y de doña María del Carmen Sánchez Arjona; y a su vez don Luis Gómez de Molina Aguilar era hijo de don Isidoro Gómez de Molina, Coronel de Artillería y Caballero de la Orden de Carlos III, procedente de Perroso (Santander), y de doña Joaquina Aguilar Luyondo, de origen vasco.
         Pero pronto pasaron a manos de los Larios, que incrementaron su extensión con la adquisición de fincas cercanas, entre ellas en la vecina población de Alhaurin de la Torre donde fueron propietarios del Cortijo de la Monjas dando lugar a al actual núcleo de población de Santa Amalia.
         Los beneficios obtenidos con la Ley de Colonización Agrícola de 3 de junio de 1868 caducan en agosto de 1898, y a partir de esta fecha comienza la finca a pagar contribución como una más, cuando es propiedad de don Carlos Larios, y sus vecinos dejan de estar libres del privilegio de exentos de hacer el servicio militar. Pero ello no es impedimento para que se consolide como pequeño núcleo de población.
         En 1940 se mantiene en propiedad de la misma familia, en la persona de don Antonio Larios Franco, como heredero de la testamentaria del Marqués de Genal.
Plano catastral, parcial, año 1944.



         4─ ALJAIMA.
         Lugar habitado desde la época de la reconquista, ya que aquí se concedió licencia para construir una Venta, que ha sido referente para los viajeros que por estas tierras han pasado, a través de los siglos.
         Sin embargo, estas tierras siempre han formado parte de un latifundio. El actual núcleo de población no se formaría hasta la década de 1920, en que el Duque Abrantes cedió de forma gratuita el terreno necesario para construir la actual Estación de Ferrocarril, ahorrando de esta forma el tiempo necesario en trasladar sus productos agrícolas a otras estaciones cercanas. La singularidad de esta estación es que se encuentra sin apenas alteraciones desde su fundación; conserva incluso el pozo con mecanismo de extracción eólica que alimentaba las viviendas.


         5─ NUEVA ALJAIMA.
         Poblado de colonización construido en 1965 sobre el antiguo cortijo de Caffarena, por el “Instituto nacional de Colonización”, obra de los arquitecto Jesús F. Hernández y M. Arcos.
         En la distribución de este espacio urbano ha optado el arquitecto por situar la iglesia en el extremo Oeste, y ante ella la plaza principal, al margen de otras pequeñas plazas en el interior. Al igual que el resto de poblados contemporáneos a este, las construcciones se componen de vivienda, granero y zona ganadera.
         Esta barriada posee además la singularidad de que se le colocó junto a la carretera Málaga-Álora un monumento en piedra en forma de cruz al estilo de los cruceiros gallegos que indican la cercanía de un santuario o lugar de fe. La misma circunstancia se da en la vecina población de Villafranco del Guadalhorce.


         6─ PUEBLONUEVO ó Ampliación de Cártama.
         Poblado de colonización construido por el “Instituto nacional de Colonización”, obra del arquitecto Carlos Babe Delgado. 
         En 1966 la Confederación Hidrográfica del Sur de España, expide una resolución por la que declara la necesidad de ocupar ciertas fincas en el término de Cártama e inicia el expediente de expropiación forzosa del que se hace información pública en el Boletín Oficial del Estado el 22 junio y 6 de de 1966, así como en el diario SUR de Málaga de fecha 31 de mayo del mismo año.
         El lugar escogido fue una parcela de tierra propiedad de don Diego Marín Sepúlveda, heredada de su padre don Juan Marín Cañamero, sembrado de olivos y agrios, llamada “Huerta de Don Diego”, en el paraje conocido como “los tres arboles”, delimitada por la carretera de Cártama á Alhaurin el Grande y por el canal de riegos del Guadalhorce. El Instituto Nacional de Colonización convoca en subasta pública la contratación para la construcción de 27 viviendas de colonos, con dependencias agrícolas, con un presupuesto de veinticinco millones  doscientas cuarenta y dos mil novecientas dieciocho pesetas con treinta y ocho céntimos (25.242.918,38).
         En este diseño el arquitecto distribuye los elementos urbanos dejando la plaza en un punto más elevado, aunque abre otro espacio público ante la iglesia que ocupa el punto central del conjunto. La plaza más alta ofrece un modelo ajardinado que pretende integrarse en el entorno en que se encuentra la construcción.
         La iglesia ocupa el punto central del poblado, siguiendo la norma tradicional de la arquitectura rural, con el pueblo a sus pies. La torre está diseñada en elementos verticales que apuntan al cielo, sobre los que predomina la forma de cruz de sus ventanales.


         7─ GIBRALGALIA.
         Topónimo puramente árabe, cuya raíz se repite por toda la geografía española (Gibraltar, Gibralfaro, Gibralmora, etc.), puede traducirse como “sierra alta” (Yabal al-alya). Aparece por primera vez en el deslinde del condado de Casapalma, ocurrido en 1493:
         “…por do va una senda aguas vertientes al camino de Álora, que va de Álora, e aguas vertientes Casapalma e cabo del dicho lomo de tierra entre unas palmas en derecho del atalaya de la sierra de Gibralgalia de lo más alto e dexando la dicha sierra de Gibralgalia a la mano izquierda volvió por un lomo abaxo de unos buhedales sobre la mano derecha en derecho de la dicha atalaya y del dicho mojón yendo por la loma adelante aguas vertientes al rio de Caçarabonela faciendo dos boltezuelas en el dicho deslindamiento e loma sobre la mano izquierda fasta dar en un cerrillo que se dice Fechahacen a do se hizo otro mojón de tierra e una piedra en medio soterrada.” Un texto escrito el 17 de diciembre de 1493 y que describe fielmente los cerros más altos de esta sierra.
         A partir de esta fecha queda integrada en el señorío de Casapalma, hasta que con la abolición de los señoríos pasa a formar parte del término de Cártama en 1812, tras un pleito con el vecino municipio de Coín.
         Con la creación del municipio de Pizarra en 1847, a partir de tierras tomadas de los de Alora y Cártama; la sierra de Gibralgalia queda aislada y unida a su término tan sólo por la carretera de acceso.
         Su población se compuso de vecinos llegados de todos los municipios cercanos. Estos primeros pobladores tuvieron la libertad de poder cercar un pequeño trozo de tierra en el que construir sus chozas aprovechando los recursos del entorno; el resultado eran unas viviendas con paredes de piedra, habitaciones cortadas con cañas y barro y cubierta de palmas. El perímetro circundante era reservado para el ganado de pastoreo, gallinero y huerto, denominándose localmente “rancho” a todo el conjunto.
         La consolidación como aldea llega cuando el Padre Tiburcio Arnaiz, durante un viaje a Yunquera, se fija que hay numerosas casas diseminadas en un monte que divisa por el camino, pero no distingue entre ellas ninguna iglesia. Preguntó entonces a su acompañante que pueblo era aquel, el cual le informó que se llamaba Gibralgalia y que allí no llegaba quien los confesase ni siquiera una vez al año, ni tenían cura ni conocían a Dios; eran cristianos porque sí, porque bajaban los recién nacidos a Pizarra para bautizarlos, dos horas de camino en bestia, lo mismo acorría cuando se casaban, y allí también llevaban sus muertos para darles sepultura, sería el año 1920.
         Hasta entonces los oficios religiosos se venían haciendo en una casa particular conocida como “casa del colorao”, propiedad de Antonio Berlanga Pacheco, conocido como “Antonio Martín”.
         En enero de 1921 fue llevado el Padre Arnaiz a Pizarra por los Condes de Puerto Hermoso para preparar la entronización del Sagrado Corazón en la sierra de Gibralmora. Aprovecha la ocasión para organizar una visita a la sierra de Gibralgalia acompañado de los Condes y el cura de Pizarra, ocupando el día entero en catequizar, predicar y confesar, con tal aceptación que de vuelta a Málaga le pareció urgente poner en marcha un plan de catequistas y maestras rurales voluntarias. Después de mucho esfuerzo, al año siguiente, enero de 1922, se presentan en Gibralgalia tres señoras pertenecientes a las llamadas “doctrinas rurales”, entre las que se encontraba doña María Isabel González del Valle, y a las que el Padre les había dado como primer objetivo y consigna, la de desterrar de aquel lugar la blasfemia.
         Nada más llegar a la sierra alquilaron una de las pocas casas existentes, ya que la mayoría eran chozas, y en ella se instalaron y destinaron parte de la misma para escuela, pero pronto se quedo pequeña y hubieron de alquilar otra. Las clases se impartían de ocho a once de la mañana para los niños, de tres a cinco de la tarde para las niñas y tras ellas la mocitas, y de ocho a diez para los hombres. Los jueves se desplazaban al cercano barrio de Las Casillas, daban catecismo para las casadas y visitaban los enfermos; el domingo lo ocupaban en bajar a Pizarra a oír misa y comulgar, cuatro horas de viaje en caballería.
         El propio padre Arnaiz reconoce que lo sacrificado de la caminata de los domingos llevó a estas señoras a solicitar del señor Obispo la concesión para habilitar una capilla decente.
         El templo fue construido con la ayuda de todos los vecinos, incluso colaboro el señor conde de Pizarra. Una vez acabada fue inaugurada la capilla en 1922, por la directora de todas las misioneras, doña María Isabel González del Valle.
                                

         Doña María Isabel González del Valle, nacida en Oviedo en 1889, fundadora de la Obra de las Doctrinas Rurales, falleció en 1937 en Jerez de la Frontera, y por haberlo dejado expresado como su voluntad, reposan sus restos en la Iglesia de Gibralgalia.
         Su labor en Gibralgalia, junto a otras misioneras, hizo posible la construcción de aulas donde, además de enseñar la doctrina cristiana, se daban clases a niños, jóvenes y mayores, en los temas más elementales para erradicar el analfabetismo y que fuesen autosuficientes en todos los campos posibles, incluso conocimientos médicos. Entre su labor también se puede consignar el conseguir mejoras en los caminos de acceso a la sierra y en los abastecimientos de agua.

         La población se crea y expande a partir de un camino de herradura, a los lados del cual se van concentrando las chozas hasta llegar a convertirse en la actualidad en la calle principal, actual calle “el paseo”. A partir de esta salen otras laterales sin orden  alguno, adaptándose a la orografía o los límites de las propiedades.
         Celebra sus fiestas el 24 de junio, en honor a su patrono, San Juan Bautista; y en las mismas se hace patente una de las más antiguas aficiones locales, el día del Caballo.



         8─ LOMA DE CUENCA.
        El Instituto Nacional de Colonización puso sus ojos en cuatro fincas rusticas al Norte de la Estación de Cártama; Alba Real, Yema de Huevo, El Cano y Cartamón, en total 272 hectáreas que parceló y distribuyó en enero de 1946, entre 56 colonos agrícolas, dando origen de esta forma a la actual barriada de la "loma de Cuenca"; la cual tomó este nombre de la antigua cortijada preexistente que aún se conserva.
                                                  
Sello del Instituto Nacional de Colonización.
Plano de parcelación.




         9─ EL PILAREJO.
         La primera referencia que tenemos de estas tierras data del 18 de noviembre de 1499, en que se provee “a Juan López Aragonés 30 fanegas de monte para hacer tierras de labor, que se midieron en el quinto de Cártama, que se señalaron de la manera siguiente: 18 fanegas, por las cabezadas de las tierras que se dieron a diversos vecinos y lindan por las otras partes con montes realengos: y las otras 12 lindan con tierras que eran de Pedro Méndez por el cabo de abajo, y por otra parte por el camino que viene de Pupiana a Cártama hasta una fuente, y de la otra parte con montes realengos”.
         Se constata la existencia de la “Venta del Pilarejo” en el siglo XVI, por un juicio y condena que existe en el A.H.M.M., sobre unos hechos ocurridos en noviembre de 1569; concretamente se juzga a Domingo Fernández, propietario de dicha Venta “en el camino real de la villa de Cártama tres leguas desta çiudad” por el asesinato y robo a Alonso Esteban en el “campo de la Venta”. Fue apresado en Marbella y condenado a Galeras a perpetuidad.

         En 1750 se encuentra integrado en las tierras del conde de Miraflores, bajo el nombre de “Fontuela”, en clara alusión a una pequeña fuente, aunque la finca se componía de 148 fanegas de tierra, exclusivamente de secano, de forma que su alguna vez hubo fuente debió ser de muy reducido caudal.

En 1917 el lugar habitado más cercano es denominado “Ventorrillo de la Romera”, y en el vivían Salvador Solera Martín, de 28 años, natural de Almogía; casado con Dolores Barrientos Trujillo, de 26 años, natural de Cártama; con sus tres hijos, Salvador, Francisco, y Joaquín Solera Barrientos.
Y muy cerca de allí, en otra casa aislada, Francisca García Sánchez, de 44 años, soltero, natural de Almogía.

         En el Catastro de 1944 tampoco aparece el antiguo nombre, sin embargo, el Ventorrillo pasaría a llamarse “Venta de Juan Sánchez”, como aún es conocido. Las tierras de este entorno repartirían su propiedad entre:
-          Los herederos de Salvador Díaz Blanco; que se repartían dos casas con era, embalse y terreno de labor sembrado de cereal, almendros y olivos.
-          Los herederos de José Martín Gómez; que se repartían una casa con era, olivar y terreno de pastos.
-          Antonio Navarro Barrionuevo; propietario de un pozo junto a terreno de cereal y naranjos.
-          Don Enrique Ruiz Rueda, sus hermanos y herederos, los Rueda Colomera. Se repartían estos algunas casas y chozas, una era que aún sobrevive integrada en las modernas viviendas, un pozo, y una amplia extensión de terreno sembrado exclusivamente de secano, olivos higueras, almendros y cereal.
         Esta familia “Ruiz Rueda” es oriunda de Moclinejo, y se instaló aquí a finales del XIX ó principios del XX, emparentando con los “Rueda, Colomera y Gutiérrez”, todos de origen malagueño. En la actualidad la barriada de El Pilarejo está formada por los descendientes de estos primeros fundadores.
         De los pozos entonces existentes, el único que subsiste hoy es el integrado en las tierras de los Ruiz Rueda, además en muy buen estado de conservación, con estructura circular en mampuesto local, de aproximadamente dos medros de diámetro exterior; pero que al emerger de la tierra se ve reducido aproximadamente a un metro y medio, para integra en la misma obra, y a espaldas de la boca, un pequeño pilarillo del mismo material. La capa de cal que lo recubre es tan gruesa que impide apreciar la argamasa que sujeta sus piedras, pero se aprecian siglos de antigüedad a pesar de las reformas, según el testimonio de los vecinos, la mayor parte del año su caudal se insignificante.




         10─ BARRIADA DE ROVIRA ó LOS REMEDIOS.
         Hoy desaparecida, toma su nombre del antiguo molino de Rovira, que estuvo situado en los confines de nuestro término municipal, lugar conocido como “barranco el Fraile”, Limite con el de Málaga; el cual a su vez lo toma del doctor D. Carlos Francisco de Rovira Osorio, presbítero natural de la villa de Madrid, Prebendado y Tesorero de la Mesa Capitular de la Santa Iglesia Catedral de Málaga durante el siglo XVIII.
         Fue molino harinero de cuatro paradas, uno de los más grandes de la comarca, pero en 1761 ya se encontraba abandonado por falta de caudal. En años posteriores seguiría funcionando aunque no moliesen sus cuatro piedras.
         Con la llegada del ferrocarril, la actividad industrial y agrícola de la zona hizo necesaria la instalación de un apeadero, tanto para pasajeros como para carga y descarga de mercancías, que recibió el nombre de “Los Remedios”. El aglutinamiento de obreros en torno a estos dos elementos dio lugar a un reducido núcleo de población conocido indistintamente por el antiguo nombre de la harinera “Rovira” o el de la estación ferroviaria “Los Remedios”.
         La barriada gozaba de todos los elementos propios y necesarios del vecindario, una iglesia capilla, una fuente pública, una tienda de comestibles, un bar y una escuela.
Recorte del “Almanaque de la exposición provincial de Málaga, 1901.”

         A finales del siglo XIX la fábrica de harinas de Los Remedios es una de las mayores de la ciudad, con una moderna maquinaria fabricada en la fundición Bühler Hnos., de Suiza, que le permitía producir hasta cuarenta toneladas de harina cada 24 horas. Hasta bien avanzado el siglo XX gozó de prestigio la calidad de sus harinas, siendo propiedad de don Antonio López.

         José Fernández Gómez fue portero, chofer y mecánico en fábrica de harinas y con su familia vivía en la misma fábrica. Entre 1934 y 1936 que se cerró por causa de la guerra y se fueron a vivir a Estévez.
         El propietario, señor López Gutiérrez, fue un importante personaje en la ciudad, tanto que durante la guerra civil sustituyó el gobernador civil.
         Pasada la guerra se volvió a reabrir y además de harinas también producía pienso. Junto a ella los propietarios instalaron otra fábrica de jabón que se obtenía cociendo en grandes calderas aceites de ballena que se traían desde Algeciras en un camión ballenero que conducía José Fernández. Antúnez era el encargado de la fábrica.
         Después de la guerra se volvió a cerrar hacia 1963, el apeadero cayó en desuso hasta no llegar a parar ningún tren y los vecinos se fueron dispersando en busca de un nuevo trabajo y una nueva vida.
                                                                                                     Inf. Carmen Fernández.

 
Localización.

 
Distribución de las construcciones. 
Barriada con unas veinte casas.
1.- Estévez.
2.- Parte de la fábrica. Naves. Al final, estaba la capilla.
3.-
4.- Parte de la fábrica. Naves.
5.- Parte de la fábrica. Naves.
6.- En este edificio había tres casas. Por encima, estaba el colegio.
7.- Parte de la fábrica. Naves.
9.- 
9.- Casa.
10.- Casa.
11.- Parte de la fábrica, donde estaba la maquinaria.

         Estas viviendas con poco más de 50 metros cuadrados, formaban parte de las cedidas para servicio del apeadero, con lo cual no eran propiedad de sus ocupantes. 
         En los años 80 del pasado siglo XX, las construcciones de esta barriada presentaban numerosas deficiencias, como la carencia de luz eléctrica, agua o baño en el interior; además de su antigüedad y el quedar incomunicadas en época de lluvias por quedar inundados sus accesos con las crecidas de los arroyos, por lo que se las declaró en estado ruinoso y de decretó su desalojo.




         Ya en época más reciente se han sumado a las pedanías de Cártama, las barriadas de Sierra Llana y Atalaya de Cártama.