martes, 30 de julio de 2013

Los SALCEDO de Cártama.



         La línea establecida en Cártama tiene su origen en:

         Fortún Sánchez de Salcedo casó con doña Toda de Arostogui, ambos naturales y vecinos de la Villa de Güeñes, Valle de Salcedo, Señorío de Vizcaya, señores de la Torre de Amizaga.
         Tuvieron por hijos a:
         Francisca de Salcedo, que casó con Alonso Pérez Benjumea. Fue el hijo de estos:
         Cristóbal de Salcedo, natural de Bilbao y vecino de Osuna. Alcalde del Castillo de Ardales e instaurador de este apellido en aquella localidad.
         Fortún Sánchez de Salcedo, natural de Güeñes; casó en Bilbao con doña Catalina de Legazu, natural de aquella ciudad y tuvieron por hijo a:
         Lope de Salcedo, que casó en Osuna con doña Inés Maldonado, natural de aquella localidad; tuvieron por hijo a:
         Rodrigo de Salcedo, que casó en Cártama con doña Juana Vázquez, hija de don Juan Sánchez de Plaza y de doña María Vázquez. Nos consta como vecino de Cártama este Rodrigo Salcedo, el 19 de julio de 1559; para el cual, las guardas de la ciudad acuerdan no se denuncie, por haber llevado su ganado a pastar en los rastrojos.
         Hijo de los anteriores fue:
         Lope de Salas, que casó con doña María de Salas; y fue su hijo:
         Don Rodrigo Salcedo y Salas; nombrado el 15 de mayo de 1693, Capitán de una de las dos Compañías de milicias compuesta de ciento cincuenta hombres, que habían de estar dispuestos para la defensa de la costa malagueña de los ataques berberiscos.
         Casó con doña Elvira de Andrade.

         Fueron los hijos de estos:
         Don Antonio Salcedo Romero, natural de Cártama, probó su nobleza en esta villa el 10 de julio de 1710, siendo recibido en la misma por Noble. Casó en Cártama el 30 de marzo de 1688, con doña Elvira de Figueroa, también cartameña, y tuvieron por hijos a:
         1º.- Rodrigo Salcedo Figueroa; Capitán de Milicias en Cártama en el año 1693.
         2º.- Don Miguel Salcedo Figueroa, natural de Cártama, donde fue bautizado el 10 de diciembre de 1694; testo también en Cártama ante el escribano local Juan Antonio Zamora, el 15 de noviembre de 1718. Contrajo matrimonio el 4 de junio de 1714 con doña Inés de Gálvez y Andrade, bautizada el 20 de septiembre de 1686, parientes entre sí, como se verá. Miguel testa en Cártama el 15 de noviembre de 1718. 
         Son padres de:
         Ú Antonio Salcedo y Gálvez, natural de Cártama. Bautizado el 15 de marzo de 1715. Contrae matrimonio en Marbella el 14 de enero de 1735 con doña Antonia Quintana, natural de Málaga y bautizada el 26 de enero de 1717, hija de Antonio Quintana (hijo de Antonio Quintana Laso de la Vega y de Josefa Mª Tamayo) y de Rosa Mª Abela, su 2ª mujer. Testan en Cártama el 4 de agosto de 1749.
         Son padres de:
         1.  Antonio Salcedo y Quintana.
         2.  Miguel Salcedo y Quintana, natural de Cártama. Bautizado el 21 de abril de 1741. Capitán de cazadores del regimiento provincial de Málaga. Caballero de Calatrava desde 1783.
         3.  María Inés Salcedo y Quintana.

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         2º. Doña Inés de Salas Salcedo, segunda hija de don Rodrigo Salcedo y Salas y doña Elvira de Andrade; antepuso el apellido Salas de su abuela al paterno, seguramente para preservar privilegios familiares. Contrajo matrimonio con don Pedro de Andrade, y fue hija de ambos:
         Doña Catalina de Andrade, que casó con don Francisco Gálvez Andrade; fue hija de ambos:
         Doña Inés de Gálvez y Andrade, que contrajo matrimonio con el anteriormente citado, don Miguel Salcedo Figueroa; continuando esta línea familiar el hijo de ambos:
         Don Antonio Salcedo y Gálvez, labrador y caballero hijodalgo, el cual casó con doña Antonia de Viana y Cárdenas. Cuyas propiedades familiares eran:
-          25 fanegas de regadío junto al río, que unos años eran más y otros menos, porque estaban sujetas a la voluntad de las crecidas del río.
-          189 fanegas de secano repartidas en los cortijos Patronato, Toribio y Ballesteros, en las que hay unos 650 olivos.
-          217 olivos en 9 olivares en la Mata.
-          250 olivos repartidos en las dos Dehesas.
-          3 viñas, una en Los Pechos, de 40 obradas; otra en la Campiña, de 4 obradas; y la otra de 15 obradas, inculta por desidia.
-          1 molino de aceite de 2 vigas.
-          1 molino de pan en el río Fahala, arruinado, que antes era del Conde de Vega de Sella.
-          46 bueyes de arada; 100 vacas; 130 cerdos; 12 yeguas; 2 caballos; 300 cabras; 400 ovejas; 7 burras.
         Los nombres de sus cortijos son. Fahala, Juan de Ale, Terrón, Ballesteros y Vega.

         Fueron hijos de ambos:
         î Doña María Josefa Salcedo y Cárdenas; que contrajo matrimonio con don Fermín Lujan de la Vega. Tuvieron por hija a:
                       Teresa de Lujan y Salcedo; que contrajo matrimonio con Cristóbal Alarcón Parrao y Mesa. (Seguir en el apellido Alarcón.)
         î Don Rodrigo de Salcedo Cárdenas (1764 – 3 de abril de 1851) Caballero Maestrante de la Real de Ronda. Contrajo matrimonio con Doña Francisca de Paula Yegros y Rivas, natural de Casarabonéla. Tuvieron el domicilio conyugal en la calle de En medio, frente a la fuente pública que allí había.
         Falleció en Cártama, de catarro bronquial agudo, el día 3 de abril de 1851 a los 87 años.
         Fueron sus hijos:
         - Doña Antonia de Salcedo y Yegros, nacida en 1803; que casó con Don Antonio de Torres Linero, vecino de Téba. Fue el domicilio de ambos, el entonces número 66 de la calle de Arriba.
         - Don José de Salcedo y Yegros, nacido en 1807. Contrajo matrimonio en el Sagrario de la Catedral de Málaga, el 29 de enero de 1826; con Dª Francisca Díaz Marín, hija de Don Pedro Alcántara Díaz y Doña Josefa Marín, vecinos de Cártama. Fue Maestrante de la de Ronda y Diputado Provincial.
         Falleció en Cártama el 5 de octubre de 1872, en su casa de la calle de la Vera Cruz 44, sin haber testado, por lo que sus viuda y herederos hubieron de iniciar un procedimiento ante el Juzgado de 1ª Instancia de Alora, para que se le reconociesen sus derechos.
         Fue también el domicilio familiar el número 78 de la calle de En medio; y los hijos de estos:
                  î Rodrigo Salcedo y Díaz (v), nacido en Cártama el 20 de septiembre de 1828.
                  î Dª María de Dolores Salcedo y Díaz; nacida en Cártama el 11 de enero de 1842 y fallecida el 12 de febrero de 1928, con el trato de “Ilustrísima Señora”. Contrajo matrimonio con Don Ildefonso Roldan y López, nacido en 1832, natural de Marbella; residieron en la calle de la Vera Cruz 44. Dieron origen a la familia “Roldan Salcedo” (Continuar en la familia Roldan).
                                   

         - Doña Dolores de Salcedo y Yegros; que casó con Don Juan de Dios Pablo Blanco. 
         - Doña Carmen Salcedo y Yegros; casó con don Enrique  Altamirano López.
         - Don Miguel Salcedo y Yegros; natural de Cártama, menor de edad aun cuando falleció su padre. Fallecido antes de 1872. Casado con doña Isabel Roldan López, natural de Marbella, nacida en 1826; los que residieron en la calle de la Veracruz 38.
         Fueron los hijos de estos:
                      Ú Doña Francisca Salcedo Roldan, nacida el 27 de junio de 1847 en Marbella; casó el 1 de mayo de 1873 con don Fernando Viana-Cárdenas Díaz (seguir en el apellido Viana-Cárdenas).
                      Ú Doña Rosalía Salcedo Roldan, nacida en 1849; casada con don Tomas Domínguez y Artola, natural de Marbella, el 23 de abril de 1866.
                                           

         Don Tomás Domínguez y Artola y doña Rosalía Salcedo Roldán, en el día de su matrimonio.


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         Don Rodrigo Salcedo Díaz, nacido en Cártama el 20 de septiembre de 1828; abogado, Labrador, casado en Teba el 14 de abril de 1858, con doña María del Carmen Benítez de Tena Duran Torres Lineros, natural de Teba. Fueron padres de:
         Don Diego Salcedo y Benítez de Tena Pedroza y Duran, nacido en Cártama el 13 de mayo de 1870
         Solicita el ingreso en la real Maestranza de Caballería de Ronda el 31 de julio de 1894.
         Representó al partido liberal siendo Diputado a Cortes por Málaga y también ocupó la presidencia del Ayuntamiento de Málaga.
         Fue nombrado Alcalde de Cártama en las elecciones celebradas entre el 1 y el 4 de mayo de 1887. Aunque fue destituido a las pocas semanas por el Gobernador Civil, debido a las presiones políticas llegadas desde el pueblo.
         Es elegido, por unanimidad, como presidente del Liceo de Málaga, en enero de 1905.
         La actual casa de González Marín fue la casa palaciega de Don Diego Salcedo Durán. Y aunque el solar era propiedad de la familia desde varias generaciones atrás, la arquitectura propia de principios del siglo XX nos hace presuponer que debemos a este señor la construcción del actual edificio. La utilización de los materiales, los elementos decorativos como molduras y frisos utilizados para la ornamentación, y el sistema constructivo en general, son propios del mejor arquitecto malagueño de aquella época.
         Contrajo matrimonio don doña Dolores Peñalver Duran, nacida en Teba el 17 de septiembre de 1864.
         Así mismo, nos consta fue propietario de una Villa entre el paseo del Limonar y La Caleta de Málaga, llamada “Villa Salcedo” (hoy: “Villa Onieva”), de similar estilo arquitectónico, aunque claramente más evolucionado, por lo que podemos adjudicar la obra al mismo arquitecto, aunque en fecha posterior a la de su casa de Cártama.
                                                         

         En aquella casa contaban con la asistencia de varias personas, curiosamente, ninguna de Cártama. Como componentes de este servicio he conocido a: Rosario Miranda Luque, nacida en 1890 en Archidona; y Victoria Haro Garrido, nacida en 1892 en Málaga; y Manuel Sánchez, nacido en 1896 en la ciudad de Buenos Aires, como chofer.
         En la casa del Paseo del Limonar, exuberantemente decorada, existió un cuadro de Don Diego Salcedo, que este encargó al pintor José Luis Fernández Alvarado; pero que el parecer fue quemado durante la guerra civil.
         Falleció  don Diego Salcedo en la ciudad de Málaga el 9 de marzo de 1935 con 75 años, sin dejar descendencia. Se encuentra enterrado en el cementerio de Cártama.

                                                 

                                    Don Diego Salcedo distribuye becas entre los estudiantes en su biblioteca de Cártama. 







                                      BREVE HISTORIA 
                  DEL NUCLEO DE POBLACION 
                DE LA ESTACIÓN DE CÁRTAMA.
                                                                                                 Fernando. Bravo Conejo. – 2013.


         La actual localidad de la Estación de Cártama ha visto a través del tiempo constantes intentos del hombre por establecerse en el lugar de forma sedentaria. Desde el neolítico ha existido población en este entorno; incluso de época romana se han encontrado restos humanos bajo las vías del tren. Pero la gran traba histórica para su desarrollo ha sido la falta de agua potable suficiente para el sostenimiento de esta población, pese a estar tan cerca del río.
         Las aguas del Guadalhorce tan sólo son actas para el riego y consumo animal; análisis particulares realizados a las mismas, hace algunas décadas, revelan que estas transportan, entre otras sustancias toxicas, una existente únicamente en las vetas de mineral aurífero.
         Las de los pozos tampoco son potables, ya que el depósito aluvial del Cretácico, sobre el que se asienta la localidad, permite filtraciones de agua, aunque con un alto grado de salinidad. En estos estratos es fácil encontrar fósiles como el Conus ó el Velates, que en su día vivieron en el lecho marino.

                                     
                                                    Foto: 1. Fósiles de Conus y Velates recogidos
                                                              en la zona. (Archivo del autor)

         Los más consistentes asentamientos de época antigua se localizan en lugares dispersos, como son: Cortijo de Torres; el propio cruce de la estación, antaño terreno elevado que ofrecía alguna protección de las crecidas del río; y el cortijo de Guillén. Aunque estos, no dejaban de ser pobres villas rusticas aisladas, que nunca llegaron a formar una población sólida, al margen de la alquería musulmana del cortijo Cartamón, pero esta queda muy lejos de nuestro ámbito.

         Por lo tanto, podemos considerar como germen de la actual población, la concesión hecha en 6 de enero de 1494, durante los repartimientos de las tierras conquistadas a los musulmanes, a Gonzalo Pérez de Peñaranda, escribano de cámara del Rey don Fernando: “un sytyo para venta que pidio en el camino que va desta çibdad para Álora do se junta el camino que va de Cártama a dar en el canino de Álora junto al río a la parte de a mano derecha como van por el dicho camino syn perjuyzio de terçero”.
         Si embargo, no permanecería mucho tiempo la nueva Venta en poder de su constructor; sería adquirida pronto don Diego Romero, un caballero llegado a Málaga durante la reconquista, y que acabada la Guerra de Granada, se convirtió en ganadero, aprovechando las tierras concedidas por los RR. CC., en el lugar en que hoy se ubica la vecina localidad de Pizarra.
         Diego Romero era tío de los hermanos Alonso, Juan y Pedro Romero; en los que dejó por heredad la desde entonces conocida como “Venta de Diego Romero”, por orden sucesorio, del mayor al menor. Y debió fallecer muy pronto, porque en 1509 nos encontramos a su sobrino, Alonso Romero, tomando posesión de la venta y veinte fanegas de tierra en el perímetro de la misma, que solían sembrarse de trigo, además de otras porciones de tierra en otros lugares cercanos.
         Resulta cuanto menos pintoresco, el protocolo de toma de posesión de una propiedad durante el siglo XVI; este caso es muy ilustrativo, gracias al escribano presente al acto, que tomaba nota de cuanto acontecía: “El dicho Alonso Romero fue a la venta que se dize la venta de Diego Romero que es junto con el Rió Guadalquivirejo frontero de la villa de Cártama e entro dentro de la dicha venta(…) de pies e cerro las puertas e se quedo dentro e las abrio e se anduvo e paseo por la dicha venta e salio fuera e se anduvo e paseo por todas las haças de tierra questan junto a la dicha venta ençima della desde el cabo del río e dixo que tomaba e tomo la dicha posesión de la dicha venta e tierras…”         
         Pero al ir falleciendo cada uno de los herederos en el previsto orden, la Venta de Diego Romero quedaría finalmente en poder de la esposa del último, doña María Rodríguez Collado, cónyuge de don Pedro Romero. Y por sucesión, pasó a sus hijas, Mencía y Elvira Romero, esta última fue esposa de don Francisco Ribera, y juntos serían los antecesores de los Condes de Alba Real y Marqueses de Sotomayor y Villamagna.

         Los Cortijos de La Campiña.
         Los señores de Alba Real ampliaron la propiedad con nuevas adquisiciones, que por vínculos familiares, al comenzar el siglo XVIII, habían pasado a la familia Yegros, caballeros hijosdalgos hacendados en Cártama, Casarabonela, Marbella y Vélez-Málaga. Doña Francisca de Yegros y Rivas (1846), heredera del mismo, al contraer matrimonio con don Rodrigo de Salcedo y Cárdenas (1764-1851), unió los dos más importantes vínculos de la localidad. El predio fundacional que reunía los cortijos entorno a Venta Romero, había pasado a denominarse "La Campiña", y reunía una serie de cortijos con los más variados orígenes y destinos que trataremos de describir.
         Cortijo de Casasola.
         Debe su nombre al que fue su propietario en 1752, don Pedro José de Casasola y Andrade, Regidor Perpetuo y Teniente de Corregidor de la Ciudad de Marbella.
         Adquirido por D. Rodrigo de Salcedo y Cárdenas durante el siglo XIX, se compuso de ciento cuatro fanegas de tierra. A finales de este siglo se segregó del mismo una porción del mismo, que tomó el nombre de “cortijo de Berlanga” por el que fue su propietario, don Miguel Berlanga Baquero. Este cortijo además de las tierras, casa y enseres, incluía una noria de sangre ó tracción animal que extraía agua de un pozo, y un molino aceitero también de tracción animal.
         Cortijo de Ugarte.
         Compuesto de treinta y seis fanegas de tierra, veinte de secano y seis de regadío. Lindante con el Río, con tierras del molino de Rovira y con tierras del cortijo de Cantos.
         Cortijo Nuevo de Salcedo.
         Que a mediados del siglo XIX se encontraba en poder de los herederos de D. Anastasio Sabba. Fue adquirido a comienzos del sigo XX por don Ramón Leal Herrera.
         Cortijo de los Bermejales.
         Heredado por don Luís de Yegros, de su madre doña Margarita de Yegros; se componía de 168 fanegas de tierra de secano que se sembraban de trigo, maíz, cebada y en menor medida hortalizas; también tuvo casa, pajar y tinado. En 1847 cuando era propiedad de don Rodrigo de Salcedo y Cárdenas su extensión era de ciento ochenta fanegas de tierra de secano y dieciséis de regadío; en él se incluía una Haza de diez fanegas llamada “de don Baltasar”, en alusión al que fue su propietario don Baltasar de Yegros y Cárdenas.
         Lindero con la Hacienda llamada Escacada de Gálvez, El cortijo de Tres Leguas, el Río y la Sierra de los Pechos.
         Cortijo de  Caffarena.
         Debe su nombre a don Ángel Caffarena Lombardo, nacido en 1858; abogado y político; ocupó además los siguientes cargos en Málaga:
-          Miembro de la Junta Provincial de Sanidad del Ayuntamiento.
-          Vocal de la Liga de Contribuyentes y Productores.
-          Vicepresidente de la Sociedad Española de Higiene.
-          Decano del Colegio de Abogados en dos ocasiones.
-          Presidente del Partido Conservador de Málaga; del que quiso dimitir, pero que el propio Presidente del Gobierno, Antonio Maura, le convenció para que no lo hiciera.
         Fue propietario en Cártama de porción de tierra denominada: “Santa María y San Rafael”, de entre 50 y 60 hectáreas de secano y olivar, que paso a ser conocida como "Cortijo de Caffarena", y que permaneció en propiedad de la familia hasta que fue expropiada en los años 60, para construir el "Poblado de Colonización" de hoy conocido como “Nueva Aljaima”.
         Cortijo de  Las Tres Leguas.
         El poseedor mas antiguo que se le conoce es don Rodrigo de Salcedo y Cárdenas, por lo que es muy posible que sea este su fundador.
         Cortijo de Torres.
         En sus orígenes llamado “Fontuela” ó “Pilarejo”, cuando era propiedad del conde de Miraflores de los Ángeles, allá por el siglo XVIII, a cuya familia debe el nombre; con un extensión de 148 fanegas de secano, lindero con el cortijo de la Capellanía.
         Cortijo de Anaya.
        Fue propiedad de D. Diego del Canto y Cárdenas en 1768. Desde las primeras décadas del siglo XX, pasó a ser conocido como “de Paco Pérez”.
         Molino de Rovira.
         Estuvo situado en los confines de nuestro término municipal, lugar conocido como “barranco el Fraile”, Limite con el de Málaga; y debe su nombre al doctor D. Carlos Francisco de Rovira Osorio, presbítero natural de la villa de Madrid, Prebendado y Tesorero de la Mesa Capitular de la Santa Iglesia Catedral de Málaga durante el siglo XVIII. Fue molino harinero de cuatro paradas, uno de los más grandes de la comarca, pero en 1761 ya se encontraba abandonado por falta de caudal. En años posteriores seguiría funcionando aunque no moliesen sus cuatro piedras.
         Noria de Venta Romero.
         Ultima noria de estilo mozárabe que conservó el Guadalhorce, con una enorme rueda de madera que giraba por la fuerza que sobre allá ejercía la corriente del río, dirigida hacia la misma por una presa fabricada en el lecho del cauce, aún perceptible.

                         

                                                                  Foto: 2. Óleo fechado en 1884, en el que aprecia
                                                       el Cortijo de Venta Romero y las Ruinas de la noria de Rovira.

         Noria y acequia fueron construidas para uso exclusivo del molino de Rovira; aunque por acuerdos llegados por parte de hortelanos y molinero, los primeros se beneficiaban de estas aguas para el riego, a condición de hacerse cargo del mantenimiento del cauce. Así ocurrió durante siglos, hasta la llegada de las industrias carnicas a principios del siglo XX. Estas industrias vertían sus aguas fecales directamente sobre la acequia, provocando la negativa por parte de los agricultores a efectuar la limpieza, por lo desagradable que se hacía esta labor. Tras negociar la situación las empresas se comprometieron a hacerse cargo de la limpieza anual de la acequia a partir del punto de vertido.
         Cortijo de Chávez.
         "Lagar de Vallejo" era su nombre hasta que fue vendido por su ultimo propietario, don Manuel Collantes, natural de Cádiz, aunque vecino de Málaga; a la familia Chávez que actualmente le da nombre, oriunda de Alozaina. Sus tierras se extendían desde la actual Iglesia de San Isidro hasta la casilla de “Matolí”, hoy bajo los raíles del AVE.
         La constante labor agrícola que suponía tal extensión de terreno, fue agrupando las viviendas de los braceros y jornaleros, a ambos lados del carril de acceso al cortijo. Se creó de esta forma un núcleo de población con entidad propia, que el propietario de la finca, Juan Chávez Méndez (1909-1989), protegió y defendió en numerosas ocasiones, consciente de ser su creador. Se encargo también este señor de organizar las primeras verbenas que se celebraron en la Estación de Cártama, y para ellas regaló una imagen de San Juan que anualmente se prosesionaba, subida en unas “angarillas”.
         Cortijo de Venta Romero.
         Trescientas cincuenta y dos fanegas de tierra, trescientas quince de secano y treinta y siete de regadío con la acequia de Rovira; en las que se incluían 450 pies de olivos, varias higueras, granados, frutales, álamos, chumbas y casa compuesta de vivienda, pajar, tinado y graneros. Sus linderos fueron; el cortijo de Casasola, el de Tres Leguas, el cortijo Nuevo de Salcedo, el cortijo de El Cano y el Río. En 1847 recayó la propiedad en don José Salcedo y Yegros, tras el fallecimiento de su madre.



                  

                                                  Foto: 3. Plano catastral parcial del año 1898.


         Las casillas de Peones Camineros.
         Venta Romero fue el único lugar construido y habitado, al margen de algunas chozas dispersas en las que habitaban los jornaleros; además de las casillas-estufa ó pequeñas construcciones orientadas a acelerar el proceso de secado de la uva, para anticipar su comercio. Las construcciones más cercanas eran el Lagar de Vallejo ó el cortijo de El Cano, lo que muestra que estos terrenos que han permanecido como latifundio durante los últimos cuatro siglos.
         A mediados del siglo XIX se construyeron las casas de Peones Camineros que hoy jalonan los tres accesos a la población. Según la circular para la construcción de dichas casillas; se establece que deben estar éstas a una legua (5.572 metros) unas de otras, pero si coincidiese con algún pueblo, se puede excusar la casilla correspondiente.
         Venta Romero se vio rodeada por tres de estas construcciones, una por cada vía de acceso, lo que nos da a entender, dada la cercanía entre ellas, que por estos años aún se encontraba el paraje deshabitado.
         También se debía tener en cuenta para su construcción, el situarlas cerca de un cauce de agua; “caso contrario, se propondrá la apertura de un pozo”. Si tenemos en cuenta que las tres casillas tienen pozo propio, deberemos entender que no existía entonces cauce de agua potable, al menos permanente. Aunque a la existente en el cruce del camino de Churriana con Cártama, nos consta que no se le abriría pozo hasta finales de aquel siglo, incluyendo esta obra y la reparación de la casilla en el presupuesto del Ministerio de Obras Públicas para la reparación del tramo de carretera comprendido entre la Estación de Cártama y Coín, y construcción de un nuevo puente de madera sobre el Guadalhorce.

         La Barca y el Puente.
         Al ser Vereda Real, el paso sobre el Guadalhorce por este lugar ofrece mejores condiciones que otros vados existentes a lo largo de este cauce. Desde el siglo XVI, hubo una barcaza junto a la Venta para cruzar el río, lo que también habría contribuido a su perduración en el tiempo. La tarifa del paso en barca era regulada por el Consejo de Málaga, y contemplaba un precio para los lugareños y otro para los forasteros. Nos consta que estuvo en uso al menos hasta finales de siglo XIX, y que algunas de ellas fueron arrancadas de su amarre por las crecidas del río. Tenemos noticias de que en fecha indeterminada, a principios del siglo XIX, una de estas barcas se soltó de su amarre, posiblemente por una riada, y se hundió en el “quebrado del río” que forma la confluencia de este con las acequias del Corullo y de las Monjas. Desde entonces aquel lugar fue conocido como “donde se hundió la barca”. A finales del mismo siglo era conocido como “partido de la barca”, y aun hoy he conocido algunos mayores que lo llaman “lo de la barca”, sin saber explicar el porqué de este nombre.
         Como punto de referencia principal en la comarca, fue el lugar en el que el Gobernador de Málaga, don Vicente Gonzalez Moreno, planea una emboscada al amanecer del 4 de diciembre de 1831, para atrapar a Torrijos y sus liberales. Plan que no llego a fraguarse, porque, como sabemos, había quedado asediado el día anterior en la Alquería del Conde de Mollina.
         La combinación de ausencia de barcaza y destrucción del puente de madera, dio lugar en el invierno de 1893 a la leyenda de "Alonso Valor", que al sorprenderle la crecida del río en el vado de Venta Romero, paso la noche subido a un árbol ante el temor de ser arrastrado por la corriente.

         Muchos han sido los puentes que se han construido en este lugar. Todos de madera y todos destruidos por las crecidas del río. El más conocido de ellos, el arrastrado por la corriente en el año 1907. Quizás por la cercanía en el tiempo, quizás porque la prensa de la época comenzaba a incluir fotográficas, como se pude comprobar en las hemerotecas.
                       

                                           Foto: 4. Ruinas del último puente de madera.
                                                 (Hemeroteca ABC; 17 de diciembre de 1907.)

         De la importancia de este elemento para la infraestructura viaria de la comarca, podemos hacernos idea por los numerosos comunicados que desde las localidades cercanas reclaman su reparación en distintas fechas y con motivo de distintas riadas. Sirva como ejemplo la que el 9 de enero de 1909, traslada el Alcalde de Coín al ministro de Fomento y a la prensa nacional:
         “Reunido el pueblo en imponente manifestación acude al Ayuntamiento, pidiendo la inmediata reconstrucción del puente de Cártama sobre el río Guadalhorce.
         Las comunicaciones de todo el partido con la capital de la provincia están interrumpidas en absoluto por dicha causa.
         La diligencia de ésta al intentar vadear el río fue arrastrada por la corriente. Por fortuna los pasajeros pudieron ser salvados por los vadeadores.
         Urge la reconstrucción del puente, no sólo para evitar gravísimos perjuicios materiales, sino ante el temor de seguras y graves alteraciones del orden.
                                               El Alcalde; José Fernández.”
                                                                                       Hemeroteca ABC; viernes, 10 de enero de 1908.

         La larga lista de puentes de madera llego a su fin en 1927 con la redacción de un proyecto con el firme propósito de acabar de una vez por todas con este problema. En el mismo se proponía la construcción de un nuevo puente con sillares de piedra y cemento, sobre los que se instalaría una moderna estructura de hierro para soportar el firme; que además, se elevó a más altura del cauce que sus antecesores. Este se hizo siguiendo el estilo de Gustave Eiffel (constructor de la torre que lleva su nombre), que ya había construido en España otros similares, el primero de ellos, el Puente de Treto sobre la Ría del Asón (Cantabria), inaugurado en 1905.
         El proyecto aun abría de sufrir varias ampliaciones y reformas, para adaptarse a las circunstancias vecinales y del terreno, como la construcción de una larga rampa en la orilla derecha, que salvase el desnivel de altura al nuevo firme, con cunetas y alcantarillas que a la vez permitiese el acceso a las fincas colindantes; o la inclusión en la estructura de hormigón de la orilla izquierda, de un paso para la acequia de riego, combinado con la rampa de servidumbre para acceder al cauce del río.
         Reformas que llegarían a influir en la futura evolución urbana de esta población, pero que culminaron con la terminación de los trabajos en junio de 1931, aunque la aprobación del acta de recepción de la obra no llego hasta febrero de 1933.
                         

                                     Foto: 5. Restos del antiguo puente de madera con la presa al fondo.

         Durante los años que duró esta obra, trabajaron en la misma obreros de las localidades cercanas, cada cual con su carácter y peculiaridades, que dieron lugar a múltiples situaciones, y por trasmisión oral nos ha llegado una anécdota  aquí ocurrida, cuanto menos curiosa.
         Estando en construcción los sillares de piedra y hormigón, llegaba el cemento en ferrocarril, y desde el muelle de descarga era trasportado en carreta a pie de obra; pero el traslado de los sacos a la margen izquierda había de hacerse a espaldas de los obreros, que caminaban sobre unas tablas provisionales. Un vecino de Coín solía rivalizar con otro de Cártama sobre la fuerza física que cada cual tenía, y aquí vio la oportunidad para demostrar su superioridad, trasladando los sacos de 50 kilos sobre sus espaldas, de dos en dos; pero el cartameño, lejos de acobardarse, apostó a que él era capaz de llevar tres, lo que provocó la carcajada de su rival. Sin pensarlo dos veces, este pidió que le cargaran tres sacos sobre sus espaldas, y comenzó a cruzar el río sobre unas tablas, además, poco estables. Muy despacio, con mucho esfuerzo, incluso con temblor de piernas, llegó el cartameño a la otra orilla. Al verse el de Coín incapaz de repetir este gesto se acercó a su rival y dándole la mano le dijo: - ¡Amigo, me llamo xxxxxxxx. Vivo en Coín en la calle xxxxx número xx, allí está mi mujer. Vaya usted porque quiero tener descendencia suya! – Al margen de lo grotesco del resultado, quedan patentes los valores por los que se regía el hombre de principios del siglo XX; tales como la competitividad para demostrar su preparación en el trabajo y la humildad para reconocer la superioridad de otros.


         El Ferrocarril.
         Aunque el plan original no contemplaba este tramo de vía férrea, tras el cambio político que supuso la revolución de 1854, el principal precursor de este proyecto, don José de Salamanca, se vio obligado a pasar al exilio, por lo que se abandonó el presentado por este señor, que pretendía evitar el paso por el valle del Guadalhorce; para retomar el de Martín Larios, finalmente desarrollado. El cambio de trazado dio confianza a los empresarios malagueños Loring, Larios y Heredia para unir sus fuerzas y presionar al gobierno, que autorizó un estudio-proyecto para la conexión ferroviaria entre Málaga y Córdoba, que realizaría el Ingeniero Máximo de Perea en 1857, y por la Ley de 30 de marzo de 1859 se aprobaba la construcción de línea ferroviaria general de Andalucía, dividida en secciones, e incluyendo en la sección Bobadilla – Málaga el recorrido por nuestro valle. La concesión de esta obra recayó en don Jorge Loring, como representante de los industriales malagueños que constituirían la empresa “Sociedad del Ferrocarril de Córdoba a Málaga”. Al margen de la explotación de la línea ferroviaria, el máximo interés de la recién formada sociedad radicaba en la prolongación de esta hasta los yacimientos carboníferos de Belmez y Peñarroya, por motivos sobradamente conocidos y que no expondremos aquí.
         El tramo Málaga-Cártama, entró en servicio en julio de 1861, y progresivamente otros tramos, hasta que el 15 de agosto de 1865 quedó Málaga conectada con Córdoba.
                               
                                           Foto: 6. Grabado del siglo IX, sin fechar, en el que aparece
                                              la estación de ferrocarril, en sus primeros años (original
                                           procedente de la colección articular de don Alejandro Rosas).

         “Dicen de Málaga que el estado en que se encuentra el camino de Cártama es fatal, ó mejor dicho, que hoy no existe camino que merezca tal nombre; al antiguo de rueda, desde esta al referido pueblo, ha sido cortado para construir el que debía partir de Cártama á la estación del ferro-carril, y como las obras de esta última se han suspendido, faltando á más del puente dos alcantarillas, así como todo el firme, resulta que las últimas lluvias han formado barrizales intransitables que dificultan el transito para las caballerías. Llamamos la atención de quien corresponde sobre este asunto y esperamos se activen cuanto antes unas obras cuya necesidad es generalmente conocida.”

            Diario Liberal: LA IBERIA. Domingo 1 de noviembre de 1863. Hemeroteca Biblioteca Nacional.

         Como podemos ver, aún tardaría algunos años en verse consolidada la infraestructura viaria, pero de lo que no cabe duda es que este sería el definitivo detonante para la creación de un núcleo urbano que ya no dejaría de crecer, hasta nuestros días.
         Atraídos por el movimiento económico y las crecientes oportunidades laborales, numerosos vecinos de otras poblaciones y los cercanos cortijos, se fueron estableciendo en este lugar.

                                      

                                                           Foto: 7. Tren de vapor en la estación de Cártama durante
                                                          la primera mitad del siglo XX. (foto: J. M. Sánchez Ortega.)


         La Acequia.
         Para los nuevos vecinos, el único suministro de agua eran las acequias, habitualmente usadas para el riego; y en torno a ellas giraba la vida hogareña, siendo en parte condicionantes para el desarrollo urbano.
         La principal de ellas, llamada “acequia de los labradores”, tenía su origen en la Estacada de los Gálvez, junto al cortijo El Bermejal. Penetraba en la zona bajo el puente de hierro, para pasar junto a Venta Romero siguiendo el curso de la antigua carretera de la Estación, en línea recta hasta cruzar la vía férrea y tomar la dirección que marca la calle Pizarra, para confluir con la calle Huelva, distinguiéndose aún hoy su trazado al cruzar la calle Marbella. Tomada la nueva dirección que marca la calle Huelva, al llegar a la línea de ferrocarril sigue su curso unos metros, volviendo a cruzar nuevamente la vía férrea y la antigua carretera de Málaga. Aquí tuvo su toma la “matriche” o acequia secundaria  que corría en dirección al Parador, con ella se regaba cierta porción de huerta, y servía de suministro para todas las utilidades que no fuesen el consumo humano, en los comercios y viviendas por las que pasaba. El cauce principal describe un arco sobre la barriada de García-Agua, delimitando así la extensión de terreno que ocupó el antiguo cortijo de Don Ramón; para volverá correr paralelo a la antigua carretera y desaguar en el Arroyo de Torres.

         El Comercio y la Industria.
         En el entorno a la Estación de Ferrocarril, las viviendas de los empleados y los almacenes para mercancías, fueron apareciendo nuevos edificios, con distintos destinos, al pie de la antigua carretera Málaga-Alora.
         El Parador.
         Creado a principios del siglo XX por Don Diego Salcedo Duran en terrenos de su propiedad, la primera referencia documental que tenemos de este edificio es de 1915. Estuvo en su origen orientado al hospedaje de los pasajeros del tren. En el local bajo hubo una abacería, en la que se vendían todo tipo de artículos, desde comestibles a herramientas agrícolas.

                                              Foto: 8. Fachada principal del Parador en la actualidad.

         La Cerería.
         Orientada en su origen a la fundición, al menos en 1903, sabemos que era explotada por don Juan Rodríguez Ramos. En 1937 albergo la primera estación telefónica instalada en la localidad.
         Industrias Prolongo.
         Fundada durante la primera mitad del siglo XIX en la calle de San Juan de la ciudad de Málaga, en los primeros años del XX se hizo con la fórmula que le dio la definitiva ventaja sobre otras industrias del mismo ramo, dando lugar al “salchichón Prolongo estilo Génova”. Hacia el año 1915, se trasladaron a Cártama los hermanos Pablo y Carlos Prolongo García; herederos del negocio familiar, donde instalaron una moderna y amplia fábrica, en terrenos adquiridos a don Diego Salcedo. Figurando en 1919, por primera vez como contribuyentes en Cártama.

         Barriada de García-Agua.
         Debe su nombre a la familia compuesta por Sebastián García Rodríguez y Francisca Agua Morales, llegados desde Coín durante la última década del siglo XIX.
         Instalados como colonos agricultores en la Colonia de Doña Ana; durante la segunda década del siglo XX se trasladaran al entonces conocido como “cortijo de Don Ramón”, y aprovechando los almacenes y secaderos de tabaco de este, donde montaron una fábrica de embutidos y derivados del cerdo que prosperó notablemente. Sus hijos se encargaron de unir los dos apellidos como marca comercial.
                                

                                     Foto: 9. Medalla publicitaria de los primeros embutidos García-Agua.

         La Fabriquilla.
         Ubicada donde la actual barriada del mismo nombre, con una enorme chimenea redonda en ladrillo rojo entre las actuales calles Toledo y Badajoz, y en la que se trabajaba el mineral extraído en las canteras de la sierra de Cártama, para fabricar oxido rojo.
         Fue construida por el súbdito ingles, don Federico W. Martino, como “Fábrica de fundición”, en los terrenos adquiridos a don Miguel Hidalgo Torremocha. Fue inaugurada el domingo 13 de junio de 1875; y al evento acudieron las autoridades de los pueblos cercanos y personalidades malagueñas destacadas que habían sido invitadas, con la bendición del párroco de Álora, don Antonio López Gómez, quien lo dejó bajo el patrocinio de San Antonio de Padua, en atención al día en que se inauguraba. Recibió el nombre de “Soledad”, en memoria de la esposa del padrino de la ceremonia, don Miguel Hidalgo, fallecida pocos días antes.
         Edificio y dependencias se engalanaron para este acto con profusa decoración de follaje vegetal y banderas españolas e inglesas entrelazadas. El ameno almuerzo-convite estuvo amenizado por una banda de música y los discursos de destacadas personalidades, entre ellos, el médico de Cártama. Desde el primer día quedó bajo la dirección  del joven ingeniero alemán Sr. Bóckel.
         En los meses siguientes apareció esta fábrica anunciada en la prensa nacional, ofreciéndose a los mineros como “fábrica inglesa” que compra toda clase de minerales, que por su pobre ley no han podido utilizarse hasta ahora.

         El accidente de aviación.
         El 2 de septiembre de 1920, un hecho notable vino a alterar la tranquilidad de estos vecinos, y ponerlos en las páginas de los principales rotativos del país. Aquella mañana, de la Escuela Militar de aviación de Sevilla, había partido un aeroplano con destino Tetuán, pilotado por el soldado José Antonio Valera Rodríguez y llevando de observador al alférez Alejandro Colmeilo Morruat, de 25 años, natural de Zaragoza y perteneciente al regimiento de Melilla nº 59.
         Al sobrevolar la campiña cartameña detectaron una ligera avería en el motor, lo que unido a la neblina que aquel día cubría la vega del Guadalhorce, y que era la primera vez que ambos pilotos hacían un viaje de este tipo, hizo que decidiesen aterrizar; lo que efectuaron cerca de la estación de Cártama, junto a la conocida como “casilla de Matolín”, al Norte del actual cortijo de Chávez. Desde allí se trasladaron al Gobierno Militar de Málaga para solicitar ayuda, la que se les prestó, incluido algún dinero para comprar las piezas que les eran necesarias. Se proveyeron de gasolina, y al parecer, el propio soldado Varela hizo las reparaciones en el aparato, con la ayuda de los mecánicos solicitados a la aviación de Málaga. Por la tarde, cuando la atmósfera se encontraba ya despejada, decidieron seguir el viaje, pero una vez levantado el vuelo, apenas alcanzados los cien metros de altura, el aparato hizo un brusco viraje y entró en barrena, estrellándose contra el suelo, incendiándose de inmediato.
         Varias personas acudieron a socorrer a los accidentados, y a simple vista apreciaron que a pesar de las contusiones, la gravedad estaba en las quemaduras. Entre los asistentes se destacó un vecino, tejero de profesión, que sin dudarlo se lanzó en socorro de los pasajeros. Tras un gran esfuerzo, consiguió sacar del avión al teniente, con graves quemaduras, pero nada se pudo hacer por el piloto, cuyo cadáver se recuperó carbonizado. El médico de guardia de la explanada de la estación prestó los primeros auxilios al oficial, que por su gravedad fue rápidamente trasladado al Hospital militar de Málaga, en el mismo automóvil que les había traído junto a los mecánicos.
         De inmediato se personó en el lugar el Juez municipal de Cártama, dando inicio a las diligencias para el levantamiento del cadáver, para ponerlo a disposición de la autoridad competente, y poniendo una pareja de la guardia civil que custodiasen los escasos restos que habían quedado del aparato, hasta que el Juzgado militar tomase las medidas oportunas.
         Las investigaciones posteriores declararon responsable del accidente al soldado Valera, el cual, a pesar de ser un experto y consumado aviador, tenía fama de imprudente e impulsivo, aficionado a realizar maniobras arriesgadas por las que incluso había sido felicitado por sus superiores, pero que provocaron el temor en el Alférez, su compañero de viaje. A tal punto llegaba este temor que al despegar desde Cártama tomó el Alférez la precaución de no abrocharse los correajes. Tras despegar consiguió el aparato alcanzar los 150 metros de altura, y a esta cota se paró el motor, emprendiendo el aparato su caída. Mientras el piloto intentaba arrancarlo el Alférez se desprendió de sus correas, lo que le permitió al llegar al suelo, salir despedido fuera del avión, salvando de esta forma su vida.
         El fallecido fue enterrado en Cártama el 6 de septiembre siguiente, y el entonces alcalde, don Miguel González Negrete, dispuso que el ataúd fuese envuelto en la bandera del Ayuntamiento.
         El Arma de Aviación quiso agradecer al pueblo tanto el rescate del superviviente como el trato dado al fallecido y en agradecimiento, en 1924, se celebró un solemne acto en la plaza de Cártama, durante el cual regaló una nueva bandera al pueblo, previamente bendecida y un reloj de oro al vecino protagonista de tan heroico acto.
         La madrina de la bandera fue doña Dolores Peñalver, esposa del hacendado cartameño don Diego Salcedo Duran; presidió el acto y costeó el almuerzo frío que se ofreció a las autoridades y asistentes.


         Al creciente comercio industrial, habría que sumar el movimiento de todo tipo de productos agrícolas que llegaban a la estación desde cualquier rincón de nuestra rica vega, algunos de los cuales, como la coliflor, el trigo, la uva, la caña de azúcar, el tabaco o el algodón hoy resulta increíble de creer que aquí embarcasen en grandes cantidades, con destino al puerto de Málaga, para la exportación. Tal movimiento de mercancías hizo necesaria la creación de las estaciones-apeaderos de Los Remedios, en el límite con Málaga, y la de Aljaima, en el de Pizarra.
         Con tal movimiento de personas, otros comercios se fueron instalando junto al Parador; quizás el primero de ellos fuese la ya mencionada abacería; seguido de el estanco, concesión echa a don Manuel Godoy Vilches, empresario oriundo de Punte Genil, instalado en tierras cartameñas hacia 1915. La venta de combustible en el propio Parador bajo licencia obtenida por don Enrique Mappelli, importante personaje de la vida política malagueña, unido a Cártama por lazos familiares, y que además tenia otras cinco concesiones de surtidores en la provincia.
        La zona comenzó a ser atractiva para personas de otras localidades e incluso otras provincias, que vieron en este lugar una oportunidad laboral más atractiva que la que les deparaba su lugar de origen, por lo que progresivamente fueron estableciendo en este entorno su vivienda familiar.
         Llegamos de esta forma a la pos-guerra civil española, tiempos de represión y persecución en que se creó un cuartelillo de la Guardia Civil para un cabo y cuatro guardias, con fecha 18 de noviembre de 1946. Estuvo este situado en la esquina al levante de la calle Granada con Avenida de Andalucía.

         La Inducaña.
         Durante la década de los años 50 del pasado siglo XX, funcionó esta fábrica, aprovechando la tradición artesanal que ya existía en Cártama, de la manufacturación de de la caña, la palma, el esparto y el crin, tan abundantes en nuestros campos.
         La antigua fábrica de “Inducaña”, también llamada “Industria de la caña y derivados” y “Cañaverales Andaluces”; estuvo situada a orillas de la Avenida de Andalucía de la Estación de Cártama, ocupando la parcela delimitada por lo que hoy son las calles Iglesia y Coral.
                      

                                             Foto: 10. Encabezamiento de una factura de Inducaña.



                           

                                               Foto: 11. Un alto en el trabajo para comer, año 1957.
                                                                               (foto: Matías Miranda Cañamero)
         La imagen precedente corresponde al año 1957 y refleja un alto a la hora de comer en un día de trabajo, en la que aparecen algunos de los trabajadores de la empresa.
         Aparecen en la fotografía: 1.- Francisco Hidalgo, “Paco Telaraña”; de los mejores oficiales. 2.- Cristóbal Viudez Gálvez, que abandonaría la empresa para entrar a trabajar en un tejar cercano. 3.- José Agüera, “Bazán”; buen tejedor, se encargaba de hacer los “zarzos” (tejido plano de caña sin cortar a medida). 4.- Antonio Díaz Ocaña, “Palmero”. 5.- Cristóbal Gómez Baquero, “El Ponzo”. 6.- Miguel Orejuela. 7.- Antonio Viudez Gálvez, se mantuvo en la empresa hasta el año 1959, fecha en que se marchó a Barcelona. 8.- Francisco Istan Moreno, “Carón”. 9.- José Agüera Miranda, “Verdejo”. 10.- Antonio Fernández Baquero, “Cupianes”; de los mejores oficiales. 11.- José Serrano Campaña, “el Guerrero”; se encargaba de clasificar las colas de las cañas para distinguir las calidades de los cañizos en superior e inferior. 12.- Francisco Cuenca Merino. 13.- Juan Mairena Botello, “el liebre”; preparaba los rollos de alambre para tejer los cañizos. 14.- Matías Miranda Cañamero. 15.- José Santana Rueda, “coletilla”. 16.- Bartolo, “el apañao”.
         Los más niños se dedicaban a limpiar las hojas de las cañas y apilarlas en “garberas”, en el exterior del recinto, listas para ser trabajadas. La materia prima, cañas, “crin” para las escobas, y otros útiles, eran servidas por Francisco Carillo “Frasquito”, y su ayudante “el pelao”, que las traían cada mañana en una batea de cuatro ruedas tirada por un mulo. Otras personas que trabajaron en esta empresa pero no aparecen en la foto, son: “el troya”, tejedor de cañas; “Antoñito”, el encargado, y “Paquito”, el de la oficina, quien además amenizaba las verbenas y demás fiestas de la Estación de Cártama con su conjunto musical.
        

         Pozos, fuentes y abastecimiento de agua.
         Hasta entonces el suministro de agua potable corría a cargo de aguadores que se dedicaban exclusiva ó esporádicamente a cargar sus carruajes en los manantiales cercanos, y que luego vendían por la calle. Muy recordada es la figura de Agustín Calero López, “Agustín el del agua”; miembro de una de las primeras familias pobladoras de la Estación, que ejerció este oficio durante muchos años, y durante la década de los cuarenta, en más de una ocasión compartió viaje con un aún anónimo Antonio Molina, que desde Málaga llegaba aquí en bicicleta para comprar leche.
         El pozo es el recurso más habitual en todo habitad humano que no tenga cerca un manantial, para añadir al entorno familiar algo tan importante como es un punto de abastecimiento de agua. Sin embargo, de los muchos que se abrieron en la Estación de Cártama, sólo eran potables los que perforaban el aluvión aportado por el río Guadalhorce o el arroyo de Torres; el resto, como se ha dicho anteriormente, eran salobres; aunque el ingenio de la necesidad llevó a algunos vecinos a añadir un poco de jugo de limón, para disimular el sabor del agua y poder así ser consumida. Entre los más antiguos están, además de los de las citadas casillas de peones camineros:
-          El pozo del Parador, aún existente y en uso.
-          El que existió junto al acceso Norte del puente de hierro, conocido como “pozo de doña Mercedes Lara”, con bomba de mano; hoy sirve de cimiento para el edificio construido en su lugar.
-          Otro en Venta-Romero, perdido su caudal por abandono.
-          Otros dos dentro de industrias Prolongo. Estos fueron abiertos cuando se instaló la fábrica de salchichón a primeros del siglo XX. Nos consta que se les extraía el agua mediante un molino de viento.
-          Los de cortijo de Vallejo, actual Finca Chávez. Dos eran los pozos que existían en esta finca; uno de agua fina y otro de agua gorda, ambos con un caudal de unos 10 litros por segundo que se utilizaban para riegos, extraídos mediante un motor eléctrico. De ellos uno aun esta en uso al final de la calle Pissarro.
-          el de los “Chumbilla”, que debe su nombre a la familia que pobló esta zona, procedente del lagar del mismo nombre en el limite con el termino de Málaga; ubicado en el antiguo arroyo de Los Cardiales, actual Avenida Manuel de Falla, usado actualmente para riego de jardines.
-          el de La Fabriquilla; que nos consta en propiedad de doña Maria Teresa Estrada Segalerva en 1947, fecha en que se realizaba la extracción mediante un motor de gasolina. Con un caudal de 18 litros por segundo de agua gorda, era utilizado para el riego de huertas.
-          El de Casasola; que estuvo junto al solar de la antigua Cooperativa de cítricos “Malaka”. Nos consta que era su propietario en los años cuarenta del siglo XX, don Manuel Berlanga Anaya, el cual extraía el agua mediante una noria de las fabricadas en las ferrerías malagueñas, llamadas “malacate”. Con un escaso caudal, el agua era salobre y su uso exclusivo para riegos.


         Pasada la guerra civil retornó la actividad económica y urbanística, en ello influyeron distintos factores. El principal fue el que los herederos de don Diego Salcedo se fuesen desprendiendo de estas tierras de forma progresiva, lo que ayudó a consolidar unas vías urbanas preexistentes y primeros trazados de las actuales barriadas de Los Cardiales y Montecielo.

         El Instituto Nacional de Colonización puso sus ojos en cuatro fincas rusticas al Norte de la Estación de Cártama; Alba Real, Yema de Huevo, El Cano y Cartamón, en total 272 hectáreas que parceló y distribuyó en enero de 1946, entre 56 colonos agrícolas, dando origen de esta forma a la actual barriada de la "loma de Cuenca"; la cual tomó este nombre de la antigua cortijada preexistente que aun se conserva.


                                                  

                                             Foto: 12. Sello del Instituto Nacional de Colonización.


         La Carretera.
         Al Norte de la línea férrea, la opción de trasladarse por carretera pasaba por un sinuoso y zigzagueante camino que discurría entre huertas, denominado "camino de las Yeseras", que tras separársele un ramal  hacia la fabriquilla, continuaba en dirección al Sexmo, para unirse en aquel partido rural a otros, en un importante cruce de caminos que allí se encuentra. La evolución urbana estuvo condicionada por este camino, el cual aun se insinúa, ya que coincide con el trazado de la actual calle Marbella, que al confluir con la hoy calle Carmen Juanola, atravesaba el solar de Prolongo de forma diagonal, para continuar por la calle del Coral, siguiendo el cauce del arroyo del Chorreadero en dirección a las Yeseras.
                        

                                           Foto: 13. Planteamiento del trazado de la nueva carretera.

         En los años cuarenta el trazado de la carretera a Málaga paralelo a la vía férrea había quedado estrecho y obsoleto, y el antiguo camino de las Yeseras presentaba demasiados impedimentos para ser acondicionado como vía principal; así que las autoridades optaron por un antiguo proyecto iniciado en 1931, de variante de circunvalación sobre la estación de ferrocarril, el que tras algunas reformas, abrió una nueva carretera que enlazo el puente de hierro con otro camino ya existente, que desde la Fabriquilla partía en dirección a Málaga. Nacía de esta forma la actual Avenida de Andalucía.

         Otras vías.
         La actual Avenida Manuel de Falla, era una vaguada que en invierno se convertía en un arroyuelo llamado, arroyo de “Los Cardiales”, debido a la familia que habito en este entorno con tal apodo, ya que su principal ocupación era la de "cardar" la lana. En verano, cuando el cauce quedaba seco, las aguas corrían subterráneas, procedentes del manantial de El Cano, y otras filtraciones. Estas afloraban de forma natural en el actual entorno del Centro Comercial del Cruce y de la calle Córdoba, habiendo tomado la salinidad del terreno por el que corre. La laguna que así se formaba es ya mencionada en el documento anteriormente referido sobre la toma de posesión de Venta Romero en 1509, como: “la laguna entre los caminos de Almoxia y Cártama…”  y fue otro de los lugares recurridos por la creciente población para el abastecimiento de aguas de uso domestico. A partir de aquí, el recién formado cauce seguía su trayecto en dirección al río, bajo a un puentecillo que fue enterrado por la nueva carretera. Al ser visible la mayor parte del año este último tramo, el topónimo “Cardiales” sólo se usa en la actualidad en su vertiente baja, aplicado a la barriada del mismo entorno.

         Iglesia de San Isidro Labrador.
         Por las gestiones realizadas por el Obispo de Málaga, Don Balbino Santos Olivera, en Enero de 1.946 se creaban en su diócesis de Málaga 46 nuevas parroquias. Una de estas, es la de San Isidro Labrador, que aunque mantuvo su cede en la de San Pedro de Cártama, aquel párroco se trasladaba a la Estación para celebrar los oficios religiosos, alternativamente en casa de don Antonio Bravo Ruiz y don Sebastian García Agua, citas en la barriada de la Estación, junto a la antigua carretera de Alora-Málaga.
         A principios de los años cincuenta, el Obispo don Ángel Herrera Oria, consciente del analfabetismo y atraso de las zonas rurales de Málaga, presento en Madrid ante el Gobierno, un estudio socio-religioso, el cual fue aprobado por Ley del 16 de diciembre de 1954, mediante la que se crea el "Patronato Mixto para el Plan Quinquenal de Educación Primaria en la provincia de Málaga". Este patronato se comprometió a construir 250 escuelas en  cinco años.
         Entre todas aquellas capillas-escuela, algunas en término de Cártama, se incluía la de la Campiña, y con este objetivo se formó en la barriada de la Estación, la "Junta Pro-Capilla", encargada de hacer rifas, festivales y recaudar donativos, con los que se adquirieron 800 metros cuadrados de terreno en el lugar conocido como "Montecielo".
         La construcción se presupuestó en 639.502,85 pesetas, y pese a los problemas surgidos durante las obras se dio por inaugurada la nueva Iglesia el 15 de mayo de 1957, con un templo de 27 metros de largo, con sendas clases de niños y niñas a ambos lados, dos viviendas, archivo y patio.

Aportado por los feligreses de la Estación:
  95.219,50.
Donadas por el Ayuntamiento:
   80.535.
Cedido por el Patronato Diocesano de Educación Primaria:
463.748,35.
                                                              Total en pesetas:
639.502,85.
                                        Fuente: Acta fundacional de la Parroquia.

                                                

                                         Foto: 14. Recordatorio de la inauguración de la Parroquia.
                                                                           (foto: Ramón Soler Pérez)

         La construcción durante la década de los setenta, de un puente sobre el arroyo de Torres,  para mejorar el acceso desde Málaga, dejó al descubierto un acuífero a poca profundidad. Por lo que se acondicionó un pozo en aquel entorno, desde el que se transportaba el líquido a un aljibe construido a tal efecto en la actual calle Toledo. Este, además de la fuente que tenía adherida, abastecía a otras distribuidas entre el vecindario de entonces.
         Una de ellas, hoy desaparecida, era un pequeño pilar con grifo junto al Parador de la Estación.
         Otra estuvo junto a la Iglesia, adosada a una pared.
         Otra existió en la confluencia de las calles Alemania y Manuel de Falla. Esta acabaría destruida por un accidente automovilístico.
         Otra se instaló en las paredes de Industrias Prolongo, hacia la mitad de la actual calle Carmen Juanola, donde aún existe, aunque restaurada.
         Otra estuvo en la intercepción de las calles Córdoba y Canarias. Consistía en un tubo vertical conectado a la red, al que se le instaló un grifo.

                                          

                                                                       Foto: 15. Fuente de la calle Carmen Juanola.
                                                                                       (Archivo del autor.)

                       

                                                        Foto: 16. Fuente que existió entre las calles Córdoba y Canarias.
                                                                              (foto: Antonio Gutiérrez Vera.)

        Durante la década de los setenta continuó la expansión urbana por la zona de “La Era”, tomando forma esta barriada, y su vecina de “Los Almendros” con las casas que cada vecino se autoconstruía. Para uso de estos se dejaron dos tomas de la red pública, distantes entre sí, en las que los propios vecinos construyeron dos fuentecillas, una de las cuales aún se puede ver en su estado original, la otra ha sido reformada recientemente.
                                    

                                                           Foto: 17. Fuente de la barriada La Era. (Archivo del autor.)


               

                                                   Foto: 18. Vista de la calle Carmen Juanola en los años 60 del siglo XX
                                                                               (foto: J. M. Sánchez Ortega.)

         Y aquí abandonamos este trabajo, con la esperanza de sea sólo el germen de uno mayor, ya que la información que se queda en el tintero es mucha y muy variada.
                                                                                             Fernando Bravo Conejo.- 2013.